La lección que enseña el informe PISA
Las comunidades de Castilla y León y de Madrid recogen los frutos del apoyo a los docentes y a los alumnos desfavorecidos
El informe de la OCDE sobre la educación en el mundo ha propiciado las inevitables comparaciones entre los resultados de las comunidades autónomas que, por primera vez, han concurrido en su totalidad. No existe una prueba diagnóstica nacional; por tanto, PISA pone de relieve las diferencias existentes. En este marco, Catalunya ha superado las medias mundiales y ha registrado progresos respecto al 2012 en matemáticas y ciencias, pero la imagen que le ha devuelto el espejo de PISA no es la que muchos esperaban.
Tiene seis comunidades autónomas por delante que presentan comportamientos mejores en un informe que no cabe sacralizar, pues sólo es un indicador, pero que, al ser igual para todos los alumnos, da la medida de la posición. Castilla y León supera todas las medias en excelencia y equidad. Por su puntuación estaría situada en un séptimo lugar en el mundo, codeándose con los países asiáticos. Además, cuenta con una mayor proporción de alumnado excelente que la UE, la OCDE y España, al tiempo que es la comunidad con menos estudiantes rezagados. El consejero de Educación, Fernando Rey, explica que estos resultados han sido obtenidos por igual, indistintamente del género del alumnado y de la titularidad del centro, público o concertado. “La clave es no dejar a ningún alumno atrás”, ha declarado estos días, por lo que “hemos potenciado los planes de refuerzo”.
Rey considera que una parte del éxito educativo se debe a los centros y a los profesores, seleccionados por mérito, capacidad y vocación, y a los que se les pide formación permanente. Las aulas se abren y se fomenta desde el Gobierno la observación de otras prácticas. Desde la administración se han impulsado planes de mejora e innovación de los centros que se encuentran en un “proceso permanente de infección creativa”.
No le falta razón a la consellera de Educación, Meritxell Ruiz, cuando dice que Castilla y León es una comunidad distinta a Catalunya. La población castellanoleonesa es de 2,5 millones de habitantes con poca movilidad y el medio es más rural que urbano. Aunque persisten 27 barracones, se ha invertido en la calidad educativa manteniendo pocos niños por aula. Hay escuelitas en pueblos de tan sólo cuatro alumnos.
La Comunidad de Madrid, por su densidad y diversidad de origen de sus estudiantes, comparte más similitudes con Catalunya. Con 6,5 millones de habitantes tiene un 15% de alumnado de origen extranjero. Sus notas de PISA son muy buenas en lectura (20 puntos más que en Catalunya) y ciencias (12) y mejorables en matemáticas. Las ratios de alumno por clase son similares pero no hay barracones.
“La composición social de Madrid no tiene nada que ver con Catalunya”, justifica la consellera Ruiz. “Hay más centros privados y la inmigración, básicamente de América Latina, comparte lengua y cultura”. Ismael Sanz, director general de innovación de la consejería de Madrid, sostiene que el éxito educativo se ha basado en dejar autonomía a los centros (ponen al servicio del proyecto el 30% del currículum), y en la formación del profesorado (metodologías de innovación y lenguas). También concede importancia a las políticas que aplican para corregir las deficiencias que detectan en las pruebas de evaluación. Los centros obtienen un extenso dossier sobre el diagnóstico de sus áreas de mejora. Respecto a la inmigración, que, aclara, “no sólo es latina”, no ha resultado un lastre además de que ya no llega tanta. “Damos clases de refuerzo y lengua a los alumnos recién llegados y en tres años sacan las mismas notas que los nacionales de su mismo origen social”, afirma. La titularidad de las escuelas es algo distinta a la catalana: el 55% es pública, el 30% concertada y el 15% privada.
“Los chicos que se examinaron la pasada primavera de PISA tenían 9 años cuando en Catalunya comenzaron los recortes presupuestarios, que afectaron al refuerzo lingüístico”, explica Silvia Carrasco, vicedirectora del Centro de Estudios e Investigación en Migraciones de la UAB. Para estos jóvenes, el esfuerzo en aprender catalán, la lengua escolar, es mayor puesto que no sólo es distinta a la de su familia sino a la que oyen en su barrio. Sin dominar catalán, aprender es más difícil.
Como reflejo en el espejo, los datos de PISA en Catalunya devuelven la imagen de una educación que avanza, lentamente, pero no con todo su potencial.
“Tres años después de llegar, los inmigrantes aprueban igual que los de aquí”, dicen en la Comunidad de Madrid