Los libreros de Sant Antoni rechazan su futura ubicación
Los profesionales del tradicional mercado dominical critican que su nuevo emplazamiento les impedirá crecer y sumar nuevos puestos
Los planes del Consistorio para reubicar el tradicional encuentro dominical del libro de Sant Antoni, una vez concluyan las larguísimas obras de reforma del mercado del barrio, están originando un profundo malestar entre los libreros. “Nosotros en el viejo mercado teníamos unas marquesinas de obra como Dios manda –lamenta Joan Mateu, presidente de la entidad que agrupa a los profesionales que se citan cada domingo–, y ahora quieren meternos en una especie de Somorrostro 2.0, bajo unas chapas, en una carpa de quita y pon que no nos permitirá crecer, que apenas nos dejará recuperar parte del espacio que perdimos cuando empezaron las obras y tuvimos que mudarnos a la calle Compte d’Urgell hace ya unos siete años”.
Según apuntan diversas fuentes municipales, la propuesta final de reubicación del dominical del libro surgió de los diversos procesos participativos abiertos durante los últimos meses, que únicamente restan algunos flecos por ajustar, que este planteamiento cumple con la principal reivindicación de los libreros, que siempre fue regresar al perímetro del mercado, a donde estaban de toda la vida. “Los puestos de los libreros se sucederán bordeando las cuatro nuevas plazas que surgirán del nuevo mercado –abundan las fuentes del Ayuntamiento–, uniendo las puntas de la cruz. Luego de considerar varias posibilidades destacamos aquella que más se asemeja a lo que era el mercado del libro antes de que comenzaran las obras de remodelación”.
De este modo, prosiguen explicando desde el distrito del Eixample, los puestos se sucederán enfrentados por los lados de las calles Tamarit, Compte de Borrell y Manso, formando un pasillo de tres metros de anchura bajo unas marquesinas que estarán instaladas de manera permanente. “Anteriormente el pasillo de los puestos era de sólo dos metros de anchura, circunstancia que provocaba muchas aglomeraciones. También se instalarán puestos en la calle Compte d’Urgell, en este caso bajo unas marquesinas desmontables. Aún tenemos que determinar ciertos detalles del proyecto, como algunas de las características de las marquesinas”.
“Sí –tercia Mateu–, el Consistorio quiere dar a entender que ya está todo cerrado y que nosotros estamos encantados con su propuesta. De hecho, no tenemos previsto volver a reunirnos. Pero estamos muy preocupados. El Ayuntamiento tiene previsto instalarnos en el perímetro del nuevo mercado, en nuestro espacio natural. El problema es que su planteamiento no permitirá que crezcamos, y el mercado del domingo necesita nuevas incorporaciones, nuevos libreros que lo rejuvenezcan. La gente se jubila y el Ayuntamiento se queda los puestos. Nos hacen falta especialistas en arte, en novela negra, en historias del oeste..., gente que alimente la histórica personalidad de este mercado. Así lo único que van a conseguir es que desaparezca. Un mercado, y sobre todo uno de libros, es siempre muy delicado...”.
La verdad es que el mercado del libro de Sant Antoni viene aguantando su largo destierro bajo la estructura dispuesta en la calle Compte d’Urgell con mucha dignidad. Los barceloneses continúan acudiendo a su cita de cada domingo. La presencia de turistas no es exagerada. Y si luce el sol luego todos se quedan a tomar el vermut por los alrededores. Si bien también es cierto que, poco a poco, la oferta de este dominical lleva años languideciendo de un modo muy lento. Cada semana resulta mucho más complicado encontrar aquellos títulos que uno jamás hallaría en una librería con dependientes uniformados con chalecos todos iguales, aquellos títulos que encogerían sus hombros. Cada semana la oferta se parece más a la de un centro comercial. La alegría del descubrimiento, la razón de toda la vida para acercarse a este lado del Eixample, es cada vez más extraordinaria.
El Ayuntamiento dice que se decanta por la disposición de puestos más parecida a la presente antes del comienzo de las obras