Abierto en agosto
El Ayuntamiento de Barcelona acaba de abrir una nueva vía de aprovechamiento de los recursos –muy escasos todavía en proporción a la ingente cantidad de dinero que genera esta actividad– obtenidos a través del impuesto turístico. Lo anunció en mitad del puente el segundo teniente de alcalde, Jaume Collboni, que se está revelando como un consumado cazador de titulares y de espacio en los días de mayor sequía informativa o de asueto de sus compañeros de gobierno. El Teatre Grec abrirá sus puertas durante el mes de agosto para ofrecer “una programación artística homologable a la de cualquier ciudad del mundo de nuestras características”, y eso será posible gracias a una inversión municipal de 300.000 euros procedentes del impuesto turístico que servirá de incentivo para que promotores privados comiencen a abonar y regar, en la falda de Montjuïc, el desierto cultural en que se convierte esta ciudad a partir del 31 de julio.
La noticia puede resultar doblemente positiva. Por un lado, confirma, también en el ámbito de la cultura, cierto restablecimiento de la relación colaborativa entre la administración local y la iniciativa privada. Por otra parte, certifica la voluntad de acabar con la falta de ambición en materia cultural que se advertía en el primer año de mandato de este gobierno municipal. Una falta de ambición que, en el fondo, sospecho que escondía una aversión injustificada hacia unas manifestaciones y unos equipamientos culturales que algunos de los integrantes del equipo de la alcaldesa Ada Colau debían de considerar “elitistas” e incompatibles con la promoción y la defensa de una cultura de barrio y de base popular. Basta repasar el programa con el que Barcelona en Comú se presentó a las elecciones de mayo del 2015 para comprobar que en él no se incluye referencia alguna a las grandes instituciones culturales de la ciudad –como si no existieran– y para intuir, en cambio, un indisimulado ánimo de venganza, como en el apartado en el que reprocha a los gobiernos precedentes que el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) “haya destinado la mayor parte del presupuesto a la actividad propia, a los grandes equipamientos y a las industrias creativas”.
Está por ver si el anuncio hecho por Collboni acaba convirtiéndose en algo más que un solo de violín que suena bien o si es el primer movimiento de un concierto orquestado por todo el gobierno municipal y por los promotores culturales locales. En cualquier caso, la utilización de una parte de los ingresos del impuesto de pernoctación para impulsar una programación cultural de nivel parece una opción interesante que el Ayuntamiento haría bien en seguir explorando. La avalan algunos hoteleros y otros operadores turísticos de la ciudad con amplitud de miras y, además, aporta nuevos argumentos a quienes sostienen que el ayuntamiento de una capital turística como Barcelona no puede conformarse con recoger las migajas de una actividad económica que mueve tantos centenares de millones de euros.
El anuncio de que el Grec abrirá también en agosto puede ser la señal de una mayor ambición cultural