Y el mundo perdió
Messi regatea a tres rivales y sorprende a otros tres y al portero para ser pichichi
No siempre se puede marcar el gol maradoniano, aunque el diez del Barcelona se empeñe en demostrar lo contrario. Para él, genio del fútbol mundial, querer es poder. Leo Messi lo calcó en 2007 contra el Getafe en la Copa y en el camino habrá dejado un centenar de goles para el recuerdo. Pero el de ayer ocupará un lugar destacado en su pinacoteca. Después de tres regates, Messi entró en el área, inventó el penalti con barrera –tres jugadores rojillos le hacían de pantalla– y lo transformó dejando pasmados a los defensas y a Nauzet. Nueve años después, el crack argentino se volvió a vestir del Pelusa en El Sadar, un campo donde Diego jugó dos veces y siempre perdió. Otra diferencia más en el juego de las similitudes entre dos espejos que cada vez se parecen menos por las exhibiciones cada tres días de Messi y su palmarés. Sin embargo, de vez en cuando, a Leo le gusta jugar a ser Maradona. Aunque sólo sea por diversión, para poner la guinda a un partido en el que estuvo en todos los goles.
Y eso que el duelo no empezó bien. En el descanso alguien pudo pensar que no era el día de Messi. Perdónalos que no saben lo que hacen. Disculpa su impaciencia. No les tengas en cuenta la insolencia. La palabrería es muy atrevida. Ilusos. “La gente creía que no estaba bien en el primer tiempo, pero ya sabemos como es Leo. Ha metido dos”, sintetizó André Gomes.
Metió dos que pudieron ser cuatro si el portero Nauzet no hubiese tenido una actuación primorosa.
Geldiketatzarra. Así se dice paradón en euskera. Nauzet hizo dos, uno con la pierna y otro con la mano derecha. Un galimatías para los no iniciados en la lengua vasca. Ni ante ese muro se detuvo Messi, que se desquitó tras el descanso.
Los que se fueron antes del último minuto se perdieron lo mejor. Los que decidieron que el encuentro ya estaba sentenciado y era hora de comer, se quedaron con las ganas. Con Messi nada es inservible o despreciable. Todo se aprovecha. Y la entrada valió la pena sólo por el 0-3 que firmó y que le colocó como pichichi en solitario de la Liga.
Messi regateó a Torres, encaró y burló a Iván Márquez, se deshizo de David García antes de entrar en el área, donde le tapaban Clerc, Tano e Iván Márquez, que ya había reaccionado y fue el Butcher de 1986 y el Nacho del 2007, los espectadores que vieron más de cerca la maravilla al ser superados dos veces. En vez de seguir acelerando en el slalom para imitarse, Messi se frenó e ideó una especie de penalti con barrera. Se paró en el punto de los once metros, fintó un par de veces, sentó a Márquez y Nauzet, hasta que encontró el hueco por el que hacer llegar el balón a la red. Fue el mundo contra él y el planeta perdió.
Era su séptimo gol en El Sadar, que vio también grandes tantos de Romário y Ronaldinho, y su vigésimo segundo en la temporada, en la que sale a más de una diana por encuentro, algo que ya sucedió en los cursos 2011-12, 2012-13 y en el 201415 con el triplete de Berlín.
Puyol, que ayer sólo encontró el emoticono del grito de Munch para expresar su admiración por un pase de Messi, ya puede poner sus barbas a remojar después de que Messi llegase ayer a los 550 partidos, superando a Migueli. El próximo en la lista de los que más ha defendido la camiseta blaugrana es el excapitán, al que le quedan 43 encuentros de ventaja. Será cuestión de tiempo. Porque si de sus compañeros depende habrá Messi para rato. “Ojalá que Leo renueve”, deseó Jordi Alba. “Sería bueno para nosotros y para él. Aquí disfruta mucho jugando y nosotros somos superiores con él. Desde luego, a mi me hace mucho mejor”, razonó el lateral, que fue quien le asistió en el 0-2. El 0-3 se lo cocinó Messi contra el mundo.
EL MEJOR ESPECTADOR
Iván Márquez fue el Butcher de 1986 y el Nacho del 2007 y vio como el diez le superaba dos veces
22 TANTOS EN 19 ENCUENTROS
Como en las temporadas 2011-12, 2012-13 y la del triplete de Berlín, Leo sale a más de un gol por partido