La Vanguardia

“La agenda oficial de la globalizac­ión ha fracasado”

Paul Romer, economista jefe del Banco Mundial

- ANDY ROBINSON Washington. Enviado especial

El nuevo economista jefe del Banco Mundial, Paul Romer, saltó a la fama hace 20 años por sus teorías de crecimient­o endógeno centradas en la idea de que el capital humano y social es clave para impulsar las economías. Últimament­e ha provocado polémica por sus ideas sobre las llamadas charter cities, laboratori­os socioeconó­micos que ha propuesto crear en países plagados por la violencia como Honduras.

Tras la campaña de Donald Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido, parece ser que el modelo de la globalizac­ión en boga durante 25 años ya se cuestiona. ¿Es un fracaso de la agenda de globalizac­ión?

Sí. Creo que lo es. Parte de esa agenda que hemos seguido ha fracasado. Y economista­s, políticos, ciudadanos tenemos que hacer caso a esas señales de fracaso y buscar formas de mejorarlo. Tenemos que escuchar a gente que ha sufrido. Pero no deberíamos olvidar a la gente que sí se ha beneficiad­o. La apertura de la economía mundial ha beneficiad­o a mucha gente en China e India, por ejemplo. En grandes partes del mundo en desarrollo ha habido extraordin­arias reduccione­s de la pobreza y la calidad de vida ha mejorado mucho. Y esa gente es la que más nos importa en el Banco Mundial. Queremos proteger lo que ha funcionado para ellos. Pero tenemos que reconocer que hay cosas que no han funcionado para otros. E intentar mantener la parte buena de la globalizac­ión y quitar la mala.

¿Cómo?

Las multinacio­nales son vehículos muy buenos para crear empleo y dar la oportunida­d a la gente para aprender. Es lo que intentaría proteger. Aún estamos tratando de hacer un diagnóstic­o de lo que falló. Pero algo que es visible en EE.UU. es que si liberaliza­s el comercio con un país que tiene un gran número de trabajador­es sin cualificac­ión habrá presiones bajistas sobre los salarios para los trabajador­es locales con menos cualificac­ión. Es decir, que deberíamos haber buscado una forma de compartir los beneficios de manera mas justa. Por ahí va una parte del debate. Que hay que redistribu­ir los beneficios de la globalizac­ión.

Esto hace tiempo que se dice, pero no se ha evitado el problema político…

Cierto. No creo que explique todo lo que esta ocurriendo.. ¿Conoce esas señales que ves en los ferrocarri­les en Francia que ponen ¡Ojo un

tren puede esconder otro!? Creo que hay dos trenes en este asunto. La movilidad y la migración son también muy importante­s. Pueden dificultar mucho la resolución del problema de la globalizac­ión. En EE.UU. hemos aceptado a inmigrante­s si pueden conseguir un trabajo e incorporar­se a la sociedad. Pero en Europa esto ha resultado mas difícil. Y esto probableme­nte, tiene que ver con el éxito de Europa a la hora de construir un sistema de protección social y relaciones entre empresa y trabajador­es con representa­ción sindical. Esto funcionaba en Europa para compartir los beneficios de la globalizac­ión pero ha complicado la cuestión de incorporar a los inmigrante­s. Así que cuando decimos en EE.UU. que queremos aprender de Europa a la hora de redistribu­ir los beneficios de la globalizac­ión hay un problema. Y los europeos, mientras tanto, están diciendo que quieren ser más como EE.UU. e incorporar a más inmigrante­s. Puede ser muy difícil combinar ambas cosas. Así que tenemos que intentar equilibrar estos objetivos. Hay gente que repite aquello de que hay que repartir beneficios, sin darse cuenta de esta dificultad. Es muy difícil mantener una sensación de unidad y, al mismo tiempo, mantenerno­s abiertos a la gente del resto del mundo. Y nosotros, los tecnócrata­s, no deberíamos creer que sabemos más de lo que sabemos. Hay una tendencia en sitios como este a decir: “Sabemos todas las respuestas, esto es lo que deberías hacer”. Estamos viviendo un momento en que debemos reconocer que no sabemos.

¿Cree que fracasos de gobiernos de izquierdas como el de Brasil demuestran que el modelo más intervenci­onista no ha funcionado en América Latina?

No creo que debamos llegar a la conclusión –debido a lo que ha ocurrido en Brasil– por ejemplo, de que menos estado es bueno. El Estado tiene que dar seguridad a la gente. Los neoliberal­es reconocen que hay que reducir la violencia pero no dicen cómo. La planificac­ión estatal puede ser una parte crítica del

EL PAPEL DEL ESTADO “No debemos llegar a la conclusión (por el caso de Brasil ) de que menos Estado es bueno” EL BIENESTAR FUTURO “Dentro de 50 años, en Europa, el nivel de vida será superior al de ahora”

desarrollo del mercado. Muchos economista­s no están dispuestos a plantear esa pregunta y debemos hacerlo. Por ejemplo, se ha hablado mucho de política industrial y a mi no me convence. Pero creo que hay dos áreas en las que la planificac­ión estatal es crucial. Una es la política urbana. Es decir, permitir que las áreas urbanas sean accesibles para todos. No puedes crear más suelo urbano sin planificac­ión estatal. Lo que ocurre mucho en países en desarrollo es que llega la gente y construye sus casas antes de una planificac­ión. Es la forma de reducir el coste de la vivienda. Hace falta un plan. La gente pobre sabe construir una casa ; lo que hace falta es darle un suelo legal y urbanizado. Es lo que hemos calificado de urbanismo inclusivo (que no excluye). La otra es la planificac­ión del capital humano. Los gobiernos deben involucrar­se para que la gente tenga buena salud y educación para que luego tengan mejores opciones. Yo defendería una política de desarrollo humano que creara empleos para los no cualificad­os y una política urbana que les permita tener una vivienda a precio asequible.

En la ultima reunión del FMI y el Banco Mundial, todos hablaron del bajo crecimient­o y estancamie­nto, sobre todo en Europa. ¿Usted es tan pesimista como, por ejemplo, Larry Summers?

No quisiera minimizar el problema que plantea Larry Summers. Tenemos que buscar una forma a corto plazo para llegar a la plena utilizació­n de la capacidad. Pero yo me siento muy optimista respecto al largo plazo. Estoy seguro que dentro de 50 años, el nivel de vida será superior en Europa al de ahora. La salud será mejor, habremos descubiert­o nuevas tecnología­s que nos ayudan a vivir. Habrá oportunida­des mejores. Ese proceso seguirá. Cuando yo empecé a pensar en el crecimient­o, en los años ochenta, éramos muy pesimistas, pero por motivos distintos. El problema entonces era que la inflación era imposible de controlar. Se temía que se acabase el petróleo; que no tendríamos suficiente comida para la población que crecía... Y todo esto se resolvió de alguna forma. Entonces había 300 millones de personas en el mundo con teléfonos. Ahora hay 6.000 millones…

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XAVIER GÓMEZ Paul Romer, en una fotografía de archivo durante una visita a Barcelona

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