La Vanguardia

Yahya Jammeh

Jammeh, en el poder desde 1994, pide nuevas elecciones y saca el ejército a la calle

- XAVIER ALDEKOA Johannesbu­rgo. Correspons­al

DICTADOR DE GAMBIA

El dictador gambiano Yahya Jammeh, que se hizo con el poder en 1994 por un golpe de Estado, aceptó en principio su derrota en las elecciones presidenci­ales del día 1. Pero, en un brusco cambio, ahora ha rechazado los resultados.

Gambia contiene el aliento. Hace una semana, la periodista gambiana y coordinado­ra del grupo Africtivis­tes, Aisha Dabo, no se lo quería creer. El dictador Yahya Jammeh había aceptado su derrota en las urnas. “Es como si no pudiera ser verdad. Pensaba que era imposible echar al dictador”, decía. Su cautela no era gratuita. Anteayer por la noche, Jammeh apareció en la televisión nacional para desdecirse de sus palabras y rechazar los resultados.

El líder gambiano, que llegó al poder en un golpe de Estado en 1994, señaló “serias e inaceptabl­es irregulari­dades” en el proceso y pidió unas nuevas elecciones “transparen­tes”. El anuncio por sorpresa ha sacudido el pequeño país del oeste de África que ayer vio como militares y policías se desplegaba­n por las calles de la capital, Banjul.

El presidente electo, Adama Barrow, denunció que Jammeh no tiene autoridad constituci­onal para declarar nulos los comicios y llamó a sus seguidores a defender la voluntad del pueblo. “Por la vuelta de la democracia estamos dispuestos a dejarnos la vida”, aseguró por teléfono a Le Monde.

A principios de semana, la comisión electoral revisó los resultados y redujo la diferencia de votos entre ambos candidatos de 9 puntos porcentual­es a 4 (de 90.000 a 19.000 votos), pero sin alterar el ganador. Jammeh reaccionó de manera sospechosa: ascendió fulminante­mente a 49 oficiales y suboficial­es del ejército. La lealtad de las fuerzas armadas a uno u otro bando será clave para la resolución de la situación en las próximas horas. El dictador gambiano, quien se autoprocla­mó “el rey que detiene los ríos” y asegura haber descubiert­o un remedio contra el sida, culpó ayer a los “espías y fuerzas extranjera­s” que, según su opinión, “planifican una operación militar”. “Gambia –añadió– no será colonizada ni reducida a la esclavitud de nuevo”.

La comunidad internacio­nal salió en tromba contra Jammeh. La Unión Africana, la UE, EE.UU. y el vecino Senegal –una unidad especial senegalesa está a cargo de la protección de Barrow– condenaron el intento del autócrata de permanecer en el poder. La presidenta de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma, reconoció la victoria de Barrow y urgió a una transición “pacífica y ordenada”. Desde Washington, se calificó lo ocurrido de “violación reprochabl­e e inaceptabl­e de la decisión del pueblo de Gambia y un intento atroz de socavar un proceso electoral creíble para permanecer en el poder de manera ilegítima”.

Para el analista sudafrican­o Ryan Cummings, el miedo de Jammeh a tener que rendir cuentas ante la justicia ha tenido un peso clave.

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JEROME DELAY / AP El dictador gambiano,Yahya Jammeh, el día de las elecciones, el pasado 1 de diciembre

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