Literatura con mucho sexo
Premio a David Cirici por una novela sobre la pérdida
Ernest es un publicista de éxito, hedonista, que cumplidos 40 años se siente en la cima de su carrera. Viaja a Grecia para navegar por las islas del Egeo con Sophie, francesa, muy guapa, y los hijos de los anteriores matrimonios de la pareja; Max, el de ella, Marc el suyo, de siete años. Las vacaciones dejan de ser idílicas al atardecer, cuando el mar cambia, se enfurece, el velero topa con los restos de un naufragio y Marc cae al agua.
Este el inicio de la novela ganadora del premio Sant Jordi,El setè
àngel (Proa), escrita por David Cirici, que después se bifurca: las pesquisas del padre para encontrar a su hijo, que cree muerto, y las aventuras del hijo, rescatado del mar por una embarcación que transporta refugiados sirios.
Y en el corazón de la novela, la crisis personal que la desaparición del hijo provoca en el publicista acostumbrado a vivir en la espuma de la vida fácil. David Cirici, hijo de Alexandre Cirici Pellicer, conoce bien el mundo de los publicitarios.
Estos premios, convocados por Òmnium, fueron entregados en el polideportivo de l’Hospitalet de Llobregat. La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, fue la gran protagonista al inicio del acto, tras haber acudido a declarar por la mañana por permitir que la cámara catalana debatiera sobre la independencia.
La poesía catalana vive un boom de autores y editoriales que ha revitalizado una literatura que parecía destinada sucumbir en la invisibilidad de los círculos minoritarios. Maria Cabrera (Girona, 1983) ha ganado el Carles Riba con La
ciutat cansada. Uno de sus poemas, encabezados con una cita de Sylvia Plath y otra de Miquel Bauçà, se titula Disposició natural: “El vent inclina els arbres/ com la set les persones./ Els marbres de les barres /dels bars de Barcelona/ suporten aquest pes:/ el pes de les persones/ inclinades per l’ànsia/ el pes de tot el vent/que fora de les cases/fa xerricar xarneres/pentina les acàcies/i a sota de les rambles/per dins les clavegueres/inquieta i mou les rates”. El libro será publicado en Òssa Menor, de Proa.
Jenn Díaz nació en 1988 y ya tiene cinco obras publicadas. El año pasado Izaskun Arretxe la animó a estrenarse en catalán, con Mare i
filla, engrosando el números de autores bilingües, y ahora ha ganado el Mercè Rodoreda con Vida familiar: dieciséis cuentos que, por lo que señala la autora, son muy Carson McCullers. “Para mi escritura en catalán fue fundamental leer a Mercè Rodoreda, y ella significó lo mismo que Carmen Martín Gaite y Ana María Matute para mis libros en castellano”.
Vida familiar (Proa) es un título que le ha puesto la editorial y que ella acepta con gusto. “En mis anteriores libros hablaba sobre mi bisabuela, mi abuela o mi madre, y este es el primero en el que hablo de mi realidad más inmediata, es mi libro más personal”, dice la joven autora.
Martín Piñol, ganador del premio de novela juvenil con Senti-
nels (La Galera), no necesita padrinos. Su derroche de humor y vitalidad son su mejor tarjeta de presentación. “Sabed –le dijo a los periodistas– que aquellos que dicen que no pueden escribir porque tienen niños pequeños, es un excusa para no escribir. Lo que no tienen son obras”. Piñol dice que ya ha asumido que los críticos desdeñen la literatura juvenil. “Yo era un niño gordo y estoy ya acostumbrado”. E hizo reír a todos cuando pidió por favor que escribieran bien su nombre y que no le confundieran con Sánchez Piñol. “Una vez en un Sant Jordi firmé varios ejemplares de Victus”. La cola del verdadero autor de la obra era tan larga que algunos apresurados vieron en un solitario Martín Piñol la solución más rápida para hacerse con un libro firmado. “Sentinels –dijo– es una operación triunfo de superhéroes”, contada a ritmo endiablado, entre el cómic, el reality y el talent show.
Oriol Canosa ganó el premio de novela infantil con L’Illa de Paidonèsia (La Galera), la utopía de un país creado por un niño en una isla del Caribe. Enderrock, que cumple 25 años, ganó el premio Òmnium de Comunicació.