El valor del eufemismo
EL eufemismo es un ejercicio de civilización, aunque en ocasiones resulta una manifestación de cinismo. A los recortes se les llama ajustes, a la bajada de salarios se la menta como devaluación competitiva, a la crisis económica preferimos denominarla suave desaceleración y el paro lo convertimos al designarlo como tasa de ocupación negativa. E incluso a las guerras preferimos llamarlas intervención militar y a las víctimas civiles las calificamos de daños colaterales. En las últimas semanas, hemos decidido usar el término posverdad en lugar de hablar directamente de mentiras. Lo malo no es que el Diccionario de Oxford haya incluido el vocablo, sino que parece que por el hecho de adjetivarlo resulta más fácil sobrellevar su significado. Donald Trump no habría alcanzado probablemente la Casa Blanca si no hubiera sido gracias a una red de mentiras organizada a través de Facebook, y una pizzería de Washington no habría sido tiroteada por un loco intoxicado en internet si el asunto hubiera sido clasificado como mentira en lugar de usar el eufemismo de posverdad.
El caso ha dañado gravemente la credibilidad de Facebook, hasta el punto de que la red social ha creado una herramienta para descubrir noticias falsas. Zuckerberg ha adelantado que, cuando los usuarios descubran que una noticia es un embuste, se verificará externamente y, si no es cierta, se incluirá una advertencia. Facebook deja de ser un mero gestor de la información para constituirse en su responsable. La red social no escribe las noticias, pero tampoco puede inhibirse de sus contenidos. Un estudio de BuzzFeed News ha revelado que en los últimos tres meses de la campaña las noticias falsas que tuvieron mayor repercusión en las redes superaron a las noticias más compartidas de los medios tradicionales. Facebook se ha comprometido a comprobar de forma más precisa las noticias, que es un eufemismo para reconocer que no las confirmaba en ningún caso.