El bosque necesita civismo

Aunque muchos relacionan el incivismo con una anomalía urbana, los bosques también son escenario frecuente de comportamientos que hacen enrojecer. Los payeses dicen: “Cuando el hormigón lo invada todo, ¿qué vais a comer?”. Y qué haremos cuando hayamos talado el último árbol, envenenado el último río y arrasado el último prado. Los caminos de ronda, los senderos y los bosques de titularidad pública no son de nadie y son de todos. Nosotros sólo los tenemos en custodia hasta que los cedamos a la próxima generación. Hay que cuidarlos como una joya delicada. Pero hay amores que matan. Los Mossos investigan las trampas –alambres de espino, vallas con clavos, troncos y piedras en medio de senderos...– que periódicamente aparecen en rutas utilizadas por ciclistas. Quienes creen que ellos y sólo ellos son los dueños de la naturaleza tratan de protegerla de forma tan salvaje. De momento, todo ha quedado en un susto, pero algún día el bosque podría teñirse de rojo.