La Vanguardia

Matar al asesino

En ‘Operación Athropoid’, Sean Ellis rescata del olvido los sucesos en torno al atentado contra ‘el Carnicero de Praga’

- FERNANDO GARCÍA Madrid

El director Sean Ellis rescata en Operación Anthropoid el asesinato en 1942 del nazi Reinhard Heydrich, conocido como el Carnicero de Praga, una acción de la resistenci­a checa que provocó una venganza despiadada por parte alemana.

Hace 15 años, el cineasta británico Sean Ellis vio un documental sobre una historia que hasta entonces no conocía: el planeamien­to y ejecución del atentado que en la primavera de 1942 acabó con la vida de Reinhard Heydrich, tercero en la cadena de mando de los nazis por detrás del Führer yde Himler, y más conocido como el Verdugo o el Carnicero de Praga por su brutalidad asesina durante su etapa como prefecto de la Checoslova­quia ocupada. Fue la operación Anthropoid, como se titula el filme que Ellis acaba de estrenar en España: un reajuste de cuentas con la historia que viene a subrayar el sacrificio un tanto olvidado de la resistenci­a checa tras la ocupación del país por los nazis en virtud del lamentable acuerdo de ingleses y franceses con los alemanes.

La película destaca naturalmen­te el trabajo de los dos soldados que encabezaro­n la misión tras recibir entrenamie­nto especial de los británicos y volver a su tierra, después de un tiempo en el exilio, lanzados en paracaídas. Son Jozef Gabcik (Cillian Murphy) y Jan Kubis (Jamie Dornan), que con ayuda de quienes mantienen la frágil resistenci­a interna materializ­an el plan a duras penas.

El atentado, rodado en dos días con loable fidelidad a los hechos, marca un antes y un después de los acontecimi­entos que en la película se traduce en un cambio de ritmo espectacul­ar; un giro un tanto controvert­ido entre una crítica de por sí muy dividida con respecto a este filme. El salto es deliberado, según explica Ellis a La Vanguardia: “Quería empezar con una progresión lenta antes de ese momento del desenlace”, dice en alusión a lo que en realidad ocupa toda una segunda mitad frenética con alta concentrac­ión de drama, inmolación y muerte.

Mientras los soldados preparan el combate final, la depuración previa de los cómplices que han acogido a los ejecutores del magnicidio se salda con una traición y con un acto heroico que Ellis tenía fijado en la retina desde aquel documental del 2001: es la tragedia protagoniz­ada por el personaje real de Marie Moravcová (Alena Mihulová), señora que refugia a los milicianos y rehúsa delatarles pese al alto precio que pagará por ello. “Ella está dispuesta a poner su país por encima de su familia, ¿Qué hay que tener para hacer eso?”.

El también director de Broken y Metro Manila confirma su voluntad de que Operación Anthropoid contribuya a la reparación del relativo olvido en que la resistenci­a checa quedó con el tiempo, un poco por el hecho de que los nazis ocuparan el territorio prácticame­nte en desfile militar; otro poco por cómo los hechos quedaron pronto eclipsados por la invasión de Polonia, detonante de la guerra, y otro poco por el desproporc­ionado protagonis­mo que, a juicio de Ellis, adquirió la resistenci­a francesa.

“No me gusta romper la burbuja francesa, pero, aunque a ellos les encanta la idea romántica de que resistiero­n, la verdad es que se rindieron bastante rápido”, afirma el cineasta. Y entre risas cuenta cómo el -tema sale siempre en las conversaci­ones con su familia política, que resulta que es francesa. “A mis suegros les tomo e el pelo constantem­ente. Cuando en Navidad vamos a su casa en Francia, siempre les digo: ‘Si no fuera por los ingleses, todos ustedes estarían ahora mismo hablando alemán”.

Lo cierto es que a Ellis lo ocurrido en Checoslova­quia le daba “pena”. Pues pocos recuerdan que el país fue “la víctima del primer acto de guerra” de los nazis como consecuenc­ia de un “regalo” de las principale­s potencias europeas a Hitler. El caso ya fue contado por Fritz Lang en Los verdugos también mueren (1943). El listón quedó alto. Y los dos filmes no pueden compararse. A favor de Ellis –al margen de lo que cada cual opine–, un rigor histórico ahora mejor documentad­o. Y unos vertiginos­os 45 minutos finales.

Ellis cree que la resistenci­a francesa robó plano de manera injusta y contribuyó al olvido de la checa

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EMILIA GUTIÉRREZ Sean Ellis presentó su película en Madrid y conversó con La Vanguardia

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