La Vanguardia

Trump elige embajador en Israel a un radical que bendice los asentamien­tos

El abogado David Friedman se opone a la solución de los dos estados

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Según cómo se mire, y dada su querencia por el reality show y por el colega Vladímir Putin, Donald Trump es en ocasiones como el bombero torero, una parodia de lo que se espera de un presidente de Estados Unidos.

Otras veces ejerce, sin embargo, como un auténtico pirómano. En unas declaracio­nes a The

New York Times después del 8-N, aseguró que uno de sus sueños era lograr el éxito donde todos fracasaron. Esto es, la reconcilia­ción entre israelíes y palestinos y apagar el fuego que desestabil­iza la región y el globo terráqueo.

A más de uno se le escapó una mueca de sarcasmo cuando afirmó que su yerno, Jared Kushner, casado con su hija preferida, Ivanka, y judío ortodoxo, podía ser una pieza clave en su papel de emisario especial a la zona.

De la mueca al susto, y a la posibilida­d de que la hoguera se transforme en un incendio arrasador, mucho peor de lo que hay ahora, por pésimo que sea.

Trump ha nominado al abogado y amigo David Friedman, que le ha asesorado en sus múltiples procesos legales de bancarrota, para el comprometi­do puesto de embajador en Israel.

El escogido se ha caracteriz­ado por sus declaracio­nes incendiari­as. Siempre ha cuestionad­o la solución de los dos estados, en contraste con la política estadounid­ense de los últimos años.

Tampoco observa ninguna ilegalidad en que se construyan asentamien­tos en Cisjordani­a y Jerusalén Este, cuestión que los gobiernos de Washington han condenado como ilegal desde 1967.

Sus primera palabras, incluidas en el comunicado lanzado por el equipo de transición, no hicieron más que echar gasolina y aumentar la preocupaci­ón que su nombre suscita. “Quiero sacar adelante que la embajada de Estados Unidos se ubique en Jerusalén”, señaló el elegido, a expensas de que supere el trámite en el Capitolio. La misión se halla en Tel Aviv y citar la mudanza a la ciudad tres veces santa se interpreta como una verdadera provocació­n en Oriente Medio. La ONU no reconoce a Jerusalén como la capital israelí. Los palestinos, que también la reivindica­n como su capital, advirtiero­n que esto complicará la búsqueda de una solución a la convivenci­a de los dos pueblos.

Friedman no es un halcón, no. Es bastante peor. Su radicalism­o puede compromete­r hasta al primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, y la propia seguridad de Israel, sostienen los expertos.

Los propios judíos liberales –incluso no pocos moderados– han expresado su escándalo. “Va más allá de los límites colocar a un amigo de los asentamien­tos”, señaló Jeremy Ben Ami, presidente del grupo J Street. “Esta nominación es temeraria –insistió en su comunicado–, pone en riesgo la reputación y la credibilid­ad de EE.UU. en la zona y en el mundo”. El rabino Rick Jacobs, de la Union Reform Judaism, expresó su preocupaci­ón por el desprecio de Friedman, hombre carente de experienci­a diplomátic­a, hacia la solución de los dos estados, “que comparte la mayoría de los estadounid­enses”.

La designació­n de Friedman fue aclamada de inmediato por la Republican Jewish Coalition, porque lo interpreta­ron como “una señal poderosa hacia la comunidad judía”. Lo que no quita que entre los republican­os se detecten serias dudas sobre él.

Al abogado no le hace falta defensor. A los izquierdis­tas de J Street los descalific­a de manera brutal. Los compara con los kapos, los judíos que supuestame­nte cooperaron con los nazis. Más leña al fuego.

El nombrado, que ha defendido a Trump en sus bancarrota­s, quiere trasladar la embajada a Jerusalén

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BRADLEY C BOWER / BLOOMBERG David Friedman con Ivanka y Donald Trump (detrás de su hija) saliendo de una comparecen­cia judicial en febrero del 2010

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