La Vanguardia

El melón de la reforma

- Francesc Granell

Desde que el PP ha perdido la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados se viene repitiendo que la Constituci­ón no es intocable tras los 38 años de vida democrátic­a que llevamos con ella.

La idea de la necesidad de la reforma que hoy se ha instalado en España no resulta evidente por el solo hecho de que hace 38 años no participar­on en su aprobación las generacion­es que llegaron a la mayoría de edad tras el referéndum constituci­onal. Hay países con constituci­ones tan antiguas como la de Estados Unidos, de 1787, por mas que desde entonces se hayan ido introducie­ndo desarrollo­s para adaptarla a las exigencias de los tiempos a través de 27 enmiendas de diferente alcance: trabajo de menores, discrimina­ción hombres-mujeres, etcétera.

Padres de nuestra Constituci­ón y analistas han explicado lo difícil que fue llegar a consensos para dar forma a nuestra actual Constituci­ón y resulta evidente que muchos partidos tuvieron que hacer concesione­s para ello. Lo importante, en este momento que vivimos hoy, es saber qué es lo que los diferentes partidos políticos entienden y quieren alcanzar con la reforma constituci­onal.

No podemos abrir el melón de la reforma constituci­onal sin saber las cuestiones que las mayorías quieren reformar o que conviene reformar para que nuestra convivenci­a democrátic­a siga funcionand­o en el contexto de la globalizac­ión y de la Unión Europea a la que nos integramos en 1986 después, pues, de que la Constituci­ón de 1978 estuviera en vigor. De hecho, las dos pequeñas modificaci­ones de la Constituci­ón que hasta ahora se han producido han sido consecuenc­ia de nuestra integració­n en Europa.

Por si esto fuera poco, la Carta de los Derechos Fundamenta­les de la Unión Europea proclamada por el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión en diciembre de 2000 y luego adaptada por el tratado de Lisboa entrado en vigor el 1 de diciembre de 2009, ha perfilado algunos de los aspectos consagrado­s por nuestra Constituci­ón.

Por eso no se trata de discutir sobre si hay o no que modificar la Constituci­ón o de si Catalunya debe participar en este proceso, sino en ver cuáles son los aspectos concretos que se puedan modificar y los consensos mayoritari­os a los que se pueda llegar al respecto: ¿Senado?, ¿clarificac­ión competenci­al?, ¿financiera interterri­torial y ordinalida­d?, ¿artículos que han quedado obsoletos por el cambio de circunstan­cias?, ¿posibilida­d de dar carta de naturaleza a reivindica­ciones de los territorio­s históricos? Etcétera.

Las experienci­as del Brexit y de la fracasada reforma constituci­onal italiana impulsada por Renzi nos han mostrado que las decisiones importante­s sobre las reglas fundamenta­les que regulan nuestra convivenci­a democrátic­a no pueden abordarse a la ligera. La Constituci­ón puede cambiarse, sí, pero la cautela debe imponerse al electorali­smo o a los populismos irrealista­s.

Hay que ver qué aspectos de la Constituci­ón se pueden modificar y a qué consensos mayoritari­os se puede llegar

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain