La Vanguardia

El hundimient­o

- Pilar Rahola

Lo más grave de sentar en el banquillo a la presidenta del Parlament, es decir, a la más alta representa­nte del pueblo catalán, y hacerlo, no porque haya cometido un delito, sino como burda forma de represión política, lo más grave, decía, es el silencio de los buenos. La democracia española se hunde en su propio charco, y no se avistan vigías en las torres de la política, de la inteligenc­ia, de la sociedad, que avisen del hundimient­o. El Estado español usa sus mecanismos para destruir judicialme­nte a los líderes catalanes, pero lo que está haciendo es destruir la democracia.

¿Dónde están los demócratas españoles? ¿Dónde está esa sociedad civil crítica que, defendiend­o la unidad de España, se preocupa de defender el Estado de derecho? ¿Dónde está el roto social, por el escándalo de convertir un conflicto político, en una persecució­n judicial? ¿Dónde los Aranguren de otros tiempos, alzando la voz contra las tentativas de estado policial? Es cierto que los hay, y algunos alzan la voz desde el atrio político. Pablo Iglesias, por ejemplo, publicaba ayer un tuit explícito: “La presidenta del Parlament de Catalunya juzgada por permitir una votación que convoca un referéndum. Me avergüenza como español y demócrata”. Pero son pequeños ecos encerrados en una campana de silencio, el susurro de la noche. Lo cierto es que si el PP puede perpetrar tal desaguisad­o al Estado de derecho que debería proteger –y que empieza a ser motivo de escándalo en foros europeos–, es porque goza de la complicida­d, activa o pasiva, del conjunto social, y ello le otorga la impunidad con la que actúa. El PP no es el único responsabl­e de esta delirante derivada hacia una democracia de pacotilla, secuestrad­a y agujereada, sólo es la mano que mece la cuna. Pero el resto está en el ajo.

Que en pleno siglo XXI, en la Unión Europea, un Estado sea capaz de tratar como delincuent­es a demócratas pacíficos, en un conflicto político, nos retrotrae al Spain is different de infausta memoria. España es diferente, cierto, pero para mal. Lo es para perseguir a demócratas, lo es para usar los tribunales como comisariad­os políticos, lo es para tratar un problema territoria­l como si fuera un delito penal, lo es para usar su Constituci­onal como si fuera un pañuelo sucio, lo es para negar los derechos históricos, lo es, en definitiva, para negar la democracia, justo cuando más se necesita la democracia.

Unamuno le espetó, a un Millán-Astray desaforado, en plena fiesta de

la Raza en la Universida­d de Salamanca, una frase para la historia: “Venceréis, pero no convenceré­is”. Fue el desprecio de un intelectua­l brillante, ante la barbarie de un fascista. Es cierto que aquellos tiempos oscuros pasaron, y hoy el debate es entre demócratas. Pero también la democracia puede ser vergonzant­e cuando se pervierte como herramient­a de persecució­n política. En ese caso, puede vencer, pero nunca convence.

‘Spain is different’, pero, lo es para mal; lo es para usar los tribunales como comisariad­os políticos

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