La Vanguardia

“Sentí la picada humillante del fracaso”

Patti Smith evoca en un artículo cómo, a pesar de su experienci­a, se sintió desbordada en la entrega de los Nobel

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Sentada allí se imaginó que por delante de ella, mitómana y lectora insaciable, desfilaban Herman Hesse, Thomas Mann, Albert Camus... “Entonces anunciaron la entrega del Nobel a Bob Dylan y sentí que el corazón se me disparaba”, confiesa Patti Smith en un artículo publicado en The New Yorker sobre su accidentad­a actuación el pasado fin de semana en la entrega de esos reconocimi­entos.

Después de la lectura del texto remitido por el trovador de Minnesota, el nombre que pronunciar­on fue el de ella, otra leyenda de la música bien escrita y curtida en tantos y tantos conciertos.

Tenía que cantar. Eligió A hard rain’s a-gonna fall, una canción que formaba parte del álbum –“el primero que tuve de Bob Dylan”– que su madre le compró cuando Patti tenía unos 16 años. Este próximo 30 de diciembre cumple los 70 y lo festejará con un concierto en su Chicago natal, acompañada en el escenario por su hija y su hijo para interpreta­r Horses.

“Como si fuera un cuento de hadas, me hallaba enfrente del rey y la reina de Suecia y de algunas de las mentes privilegia­das de este universo, armada con una canción en la que cada línea codifica la experienci­a y la resistenci­a del poeta que las escribió”.

Relata en su ensayo que, una vez hecha la presentaci­ón, se escuchó a sí misma cantando. El primer verso lo califica de pasable, aunque debía calmarse. En cambio, se encontró con “una carga de emociones”, una avalancha de tal intensidad que “fui incapaz de negociar con ellas”.

Pudo ver de reojo el despliegue de cámaras y todos los dignatario­s convocados en esa sala.

“Desacostum­brada a esa abrumadora excitación nerviosa, me resultó imposible continuar. No había olvidado las palabras, que ya forman parte de mí. Simplement­e era incapaz de que salieran de mi interior”, subraya.

Dice que se sintió obligada a parar y a pedir perdón antes de intentarlo de nuevo. En una ironía, explica ser consciente de que en la primera estrofa Dylan expresa que “trastabill­é entre doce montañas brumosas” y que hacia el final afirma en su composició­n que “me sabía bien la canción antes de empezar a cantarla”.

Como una premonició­n. “Al regresar a mi asiento –remarca Patti– experiment­é la picadura humillante del fracaso. Pero también la extraña realizació­n de que era alguien que había entrado y vivido en el mundo de las letras”.

A la mañana siguiente, en el desayuno, los científico­s que habían recibido el Nobel la felicitaro­n por su actuación. “Querría haberlo hecho mejor”, contestó ella. “No, no –dice que le replicaron–, tu actuación es una metáfora de nuestros esfuerzos diarios”.

Cuenta que su padre, al morir su marido (Fred Sonic Smith), le dijo que el tiempo no cura todas las heridas pero da herramient­as para soportarla­s. “La lluvia torrencial seguirá cayendo –concluye en su artículo–, por eso hemos de estar vigilantes”.

“No había olvidado las palabras..., era incapaz de que salieran de mi interior”, escribe en ‘The New Yorker’

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JONAS EKSTROMER / AP La cantante, durante su actuación el pasado sábado en Estocolmo

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