La Vanguardia

Un niño del Clot en el banquillo del Espanyol

Quique Sánchez Flores vivió su infancia en Barcelona, una ciudad que le marcó y a la que siempre quiso regresar

- RAMÓN ÁLVAREZ

Muchos siguen creyendo que mi historia con Barcelona ha empezado ahora y me preguntan por la ciudad. Si ellos supieran...”. Reservado, poco amante de las explicacio­nes con quien no tiene confianza, y menos cuando conciernen a su vida privada, Quique Sánchez Flores suele pasar en la ciudad que lo vio crecer como un recién llegado, cuando su pasado y sus raíces familiares en Catalunya dan mucho que hablar.

Se podría incluso decir que el actual técnico españolist­a nació en Madrid por casualidad, puesto que ese mismo año, 1965, fue cuando su padre, Isidro, el aguerrido defensa del Betis y el Real Madrid, fichó por el Sabadell, que acababa de firmar un brillante retorno a Primera. Lo convenció Di Stéfano, que la campaña anterior había recalado en el Espanyol para cerrar su carrera deportiva. Amigo íntimo de Isidro, la Saeta Rubia fue el padrino en el bautizo de Quique, el bendas jamín de los Sánchez Flores.

Así fue cómo la familia al completo, Isidro, Carmen Flores y sus cuatro hijos, se desplazó a Barcelona en cuanto el proyecto del Sabadell arrancó. El equipo no sólo mantuvo la categoría en esa primera temporada, sino que alcanzó los cuartos de final de la Copa del Rey con un Isidro que se convirtió en una de sus piezas fundamenta­les. El club, en plena expansión, construyó en esa nueva etapa en la élite la Nova Creu Alta y el defensa jerezano acabó jugando seis tempora- como arlequinad­o, más de las que había permanecid­o en el Betis o el Madrid.

La infancia del menor de la familia se desarrolló en un ático de la calle Nació, en el Camp de l’Arpa. Con la Meridiana a un paso, la única vía que conectaba entonces la ciudad con el Vallès. Fue allí, en una amplia terraza, donde Quique y su hermano Isidro empezaron a jugar al fútbol. El padre, el gran impulsor de la carrera futbolísti­ca del futuro jugador del Valencia, Real Madrid y Zaragoza, tuvo que instalar una verja para que los balones no acabasen en los tejados vecinos. Aunque aún así muchos acababan fuera del improvisad­o terreno de juego.

También empezó Quique en Barcelona su etapa escolar. En la escuela Pare Manyanet, que en ese momento estrenaba su actual centro de Les Corts y era un referente. Fue ya entonces cuando el técnico blanquiazu­l se familiariz­ó con el catalán, una lengua que no habla por simple pudor.

De hecho, era y es la lengua materna de buena parte de su familia por parte de su tío Antonio, el Pescaílla, nacido y afincado en Gràcia, donde el Ayuntamien­to le dedicó una placa como fundador de la rumba catalana. En esa primera etapa de Quique en Barcelona, el contacto con esa parte de la familia era habitual. El tiempo, la distancia y las generacion­es han hecho que Quique apenas tenga ahora contacto con esa rama familiar, aunque es un habitual del barrio, donde acude cuando puede al cine Verdi.

El técnico guarda también un gran recuerdo de esos veranos de su infancia catalana. En pleno boom del sol y playa, la familia Sánchez Flores no dudaba en alquilar un apartament­o en Castelldef­els. Los partidos de Quique e Isidro se disputaban en esos meses de calor sobre la arena.

En cuanto al fútbol de los mayores, el primer contacto que tuvo Quique con él fue en Sabadell. Aunque el paso de los dos grandes amigos de su padre –Di Stéfano y Emilio Santamaría– por el Espanyol, el primero como jugador y el segundo como técnico, le acercaron ya de pequeño al club que ha acabado dirigiendo. No en vano, cuando la familia regresó a Madrid y cuando el joven Quique pasaba temporadas en Sevilla, adonde regresó Isidro tras la ruptura matrimonia­l, la visita a la plantilla del Espanyol en sus desplazami­entos era una cita obligada que el ahora técnico blanquiazu­l siempre recuerda.

De retorno a Madrid, Quique Sánchez Flores se enroló en los alevines del Real Madrid y con 16 años ya jugaba en el desapareci­do Pegaso, en Tercera. De defensa, como su padre. Su vida entre Madrid y Sevilla truncó su continuida­d como jugador blanco, aunque su padrino, Di Stéfano, le dio una oportunida­d cuando entrenaba al Valencia para demostrar su valía. Quique la aprovechó. Al Espanyol ha llegado tras una exitosa carrera como jugador y muchas experienci­as como técnico. Era una vieja cuenta pendiente con el club y con la ciudad.

EL COLEGIO El técnico empezó su etapa escolar en el Pare Manyanet, que acababa de estrenar instalacio­nes LAS VACACIONES Sus primeros veranos fueron en Castelldef­els, donde la familia tenía un apartament­o alquilado

 ?? XAVIER CERVERA ?? Quique Sánchez Flores sonríe durante un entrenamie­nto de su equipo en la ciudad deportiva de Sant Adrià
XAVIER CERVERA Quique Sánchez Flores sonríe durante un entrenamie­nto de su equipo en la ciudad deportiva de Sant Adrià

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