Trilogía de nueva york

El muñeco de nieve se pierde en Manhattan

Esta columna es un réquiem navideño por el muñeco de nieve, figura entrañable en vías de extinción. Puestos a lamentarse, ni la decoración para estas fechas tan familiarmente comerciales es lo que era en la capital mundial del capitalismo.

Debe de ser por el cambio climático o por una expresión de protesta contra el omnipresente vecino Donald Trump –“no es mi presidente”, que aún corean algunos–, pero en los escaparates del gran corredor consumista de Manhattan, esa Quinta Avenida que discurre desde la calle 34 hasta la 59, se palpa la decadencia del señor rechoncho, con nariz de zanahoria, gorro y bufanda. No ha venido ni se le espera.

Su rastro se ha perdido a la par que se registra una caída fulgurante –esto parece ser por el efecto Amazon– en el número de establecimientos ornamentados para esta época.

Excepto una decena de negocios (sumados incluso los adyacentes de Madison o Lexington), la inmensa mayoría ha prescindido de ir más allá de algún lazo de colores, unas cuantas luces o un pequeño cartel con el happy holidays que exhiben los de la cadena Zara. “Ortega se podría haber estirado un poco más, que para eso es el segundo o tercer más rico del mundo”, bromea una pareja de turistas españoles frente al 666 –¡vade retro satanás!– de la Quinta Avenida, centro de la flagship del gallego y sede del imperio inmobiliario de Jarod Kushner, el yernísimo de Trump.