Gasolina Jubany
Esta no ha sido una buena semana para Nandu Jubany, quien tuvo que ser intervenido hace unos días tras fracturarse un brazo mientras se entrenaba en Marruecos para participar en enero en el Dakar. Que el cocinero de Can Jubany es un loco de las motos, lo sabe cualquiera que lo conozca un poco. Que desborda energía y que su capacidad de entusiasmarse y contagiar su entusiasmo es difícil de igualar, lo sabe cualquiera que ha trabajado cerca de él. Y que correr en el Dakar era una de las grandes ilusiones de su vida, es algo que no ha intentado disimular.
Hace apenas quince días, en la celebración de los 10 años del hotel Hermitage de Andorra, cuya propuesta gastronómica dirige, confesaba lo que para él representaba participar en la conocida carrera. Jubany hablaba del tema mientras desayunaba una tortilla a la francesa cubierta con lonchas de jamón ibérico. Explicaba que era una oportunidad que nunca más se le presentaría, por la dificultad de compaginar su trabajo en los fogones (los de Calldetenes y los que dirige en Andorra y en Singapur), y por la limitación de viejas lesiones a las que ha acabado sumándose esta fractura que le ha retirado de la carrera. ¿Posibilidades de ganar? Ni lo soñaba, pero esperaba la fecha de empezar el Dakar como un niño la noche de Reyes. El cocinero ama la velocidad, no sólo en las dos ruedas sino también en las cuatro sobre las que se desplaza como un rayo para a atender a los comensales de sus restaurantes y de los banquetes. No podrá subirse a la moto en el Dakar, donde quería recaudar dinero para Ari, un proyecto de investigación del hospital Clínic sobre la leucemia, impulsado por una adolescente que era aún mucho más guerrera que el chef. De esa carrera no se ha retirado Jubany, a quien no descartamos ver cocinando para el su equipo de KTM, que este año, seguro, correrá con la mejor gasolina.