‘Baracca e burattini’
En Roma, en el Trastevere, en el restaurante Capo de Fero, el pasado domingo se hablaba de la reunión de alcaldes europeos que se había clausurado el día anterior en el Vaticano. El objetivo, según esos alcaldes, era debatir el problema de los refugiados. Fue en el momento del café cuando uno de los comensales dijo: “Il Papa piantò baracca e burattini”, es decir, que, bien informado, no regaló a esos alcaldes ni audiencia ni foto. La expresión italiana piantare baracca e burattini (abandonar la barraca y los títeres) equivale a lo que en términos taurinos suele conocerse como
dar la espantá, es decir, salir por piernas.
Una de las ventajas del cronista es que algunos amigos creen que tu vida es una sucesión ininterrumpida de viajes, hoteles, buenos platos, buenos vinos y buenas compañías, es decir, buenas conversaciones, porque lo otro es ya solo literatura. Lo otro es lo otro. Y no se hable más del asunto. O sea que, aunque la que piantò baracca e burattini. El actor se metió en su habitación y dio un portazo. Y tumbado en la cama decidió que él no cocinaba, que se limitaría a dirigir, pero cierta joven que lo acompañaba, también italiana, logró lo que parecía imposible: que el actor abandonara la habitación, descendiera a la sala de actos donde se había instalado una cocina y cogiera con su mano derecha un micrófono y con la izquierda una espátula de madera. Eso sí: los mangos de las dos sartenes los sujetaron dos monaguillos. Finalmente hubo farfalle fucsia, pero no rueda de prensa. Tognazzi
piantò baracca e burattini .Ylos colegas, cuyas indumentarias olían a demasiado aceite y ajo, se cabrearon.
A Ugo Tognazzi, aquel bigote, aquellas cejas enarcadas, aquellas gafas de cristales oscuros, aquellas chaquetas demasiado entalladas, aquellos gestos, algunos le debemos muchas risas. Porque con Philippe Noiret, Adolfo Celi y Gastone Moschin protagonizó una serie de