Antes del anochecer
Después de escuchar a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, defender que la jornada de trabajo acabe a las 18 horas le asaltan a una las dudas. ¿Cómo obligará a las empresas a aceptarlo? Los horarios laborales se fijan por convenio, y la reforma laboral ha debilitado la negociación colectiva. ¿Recaerá la responsabilidad de ajustar la jornada en los trabajadores ahora que disponen de menos fuerza para pactar? ¿O significa el anuncio de Báñez que el PP va a modificar este punto de la ley? ¿Cómo se combina la conciliación familiar con la libertad de horarios impulsada en varias comunidades autónomas? Si cada vez más comercios abren hasta las 21 horas, festivos incluidos, ¿es plausible generalizar la salida del trabajo a media tarde? ¿Se van a suprimir los turnos? Y en el ámbito académico, ¿se prohibirán las extraescolares que duran hasta entrada la noche? Porque hay niños que arrastran una jornada de hasta diez horas diarias.
Los empleados del sector servicios –comercio, restauración, actividades lúdicas– ¿también se irán a casa a las seis de la tarde? ¿O la conciliación de la que habla el Gobierno está pensada básicamente para los “trabajadores de oficina”? Porque este supone sólo un pequeño grupo de la masa laboral.
Seguro que estas cuestiones se aclararán a medida que el Ministerio de Empleo y Asuntos Sociales despliegue su estrategia para la racionalización de los horarios. Una medida de complicada aplicación pero aún más necesaria que puede generar altas expectativas en la sociedad. Esperamos pues que el anuncio no sea sólo un brindis al sol y poder salir a la calle antes de que anochezca.