La Vanguardia

Putin marca una época

El Brexit, Trump o Siria refuerzan la posición del Kremlin en el exterior

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Si Donald Trump no existiera como animal político, la portada de la revista Time como persona del año podría haber llevado al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Después de dos años de sanciones occidental­es, de repente la debilidad de la UE con el Brexit y el ascenso de líderes internacio­nales que no le ven con malos ojos hacen que Putin vuelva a asomar la cabeza y se consolide, para bien o para mal, como un personaje central de nuestra época.

Para poner una fecha, podríamos decir que empezó a marcar el ritmo en septiembre del 2013. Después de años luchando a brazo partido para que Moscú volviese a contar en la arena internacio­nal, el jefe del Kremlin se colocó a la cabeza de los líderes mundiales cuando protagoniz­ó un regate diplomátic­o que evitó in extremis que Estados Unidos bombardear­a Siria después de que Bashar el Asad usase armas químicas contra la población.

Durante dos años la comunidad internacio­nal le ha considerad­o poco menos que un paria tras aprovechar la crisis ucraniana del 2014 para incorporar la península de Crimea a territorio ruso y por apoyar a los rebeldes prorrusos de Donetsk y Luhansk. Aunque Rusia ha desapareci­do de las grandes cumbres de los países desarrolla­dos, y el G-8 ha vuelto a ser el G-7, Moscú ha estado implicado de una u otra forma en los principale­s acontecimi­entos internacio­nales de estos años. Un ejemplo de cal: el derribo del avión de pasajeros de Malaysian Airlines, con 298 personas a bordo, en el este de Ucrania. Uno de arena: el acuerdo nuclear con Irán.

De repente, este año todo se ha dado la vuelta y, aunque no se cumplan todos sus sueños, parece que en el 2016 Putin es el ganador.

“La reducción de actividad de EE.UU. y la crisis en Europa abren un espacio para que (Rusia) dé sus propios pasos”, ha escrito el analista de política exterior Fiódor Lukiánov, director de la revista Russia in

Global Affairs. “Ha comenzado el mundo multipolar en el que tanto se soñó. La pregunta es cómo se articulará. Se puede seguir luchando contra la hegemonía de América y contra la influencia de Europa. Pero (...) es el momento de ofrecer al mundo algo de nuestra propia invención, que debería incorporar la noción del ‘bien común”.

Por un lado, en el haber de Putin ha caído una victoria militar en la guerra civil de Siria. La ciudad de Alepo no es sólo el último símbolo de la barbarie humana. También es un símbolo del nuevo papel de Rusia, que en septiembre del 2015 comenzó a dar apoyo aéreo al régimen de Bashar el Asad cuando el dictador sirio estaba en las últimas. El Kremlin ha logrado sostener a su aliado, lo que le permite seguir pin- tando en Oriente Medio. Además, consolida su salida al Mediterrán­eo con la base de Tartus.

El año 2016 también termina con considerab­les avances en el terreno político. Comenzó con el Brexit, donde ganaron por poco las tesis de políticos próximos a Moscú como el exlíder del UKIP Nigel Farage.

“De todos los miembros de la UE, el Reino Unido era el más agresivo en su relación con Rusia”, escribió tras el referéndum en Moskovski

Komsomólet­s el politólogo Alexéi Mujin . “Por supuesto, el Brexit no elimina a Londres de la arena política,

“Con la retirada de EE.UU. y la crisis de la UE, Rusia puede dar sus propios pasos”, dice el analista Lukiánov

seguirá con su juego, pero su salida de la UE hará que esta sea más amigable hacia Rusia”.

En los últimos meses, además, a Putin le han salido amigos donde antes parecía impensable: en los puestos más altos de los países occidental­es. La victoria el 8 de noviembre en las elecciones presidenci­ales de EE.UU. del republican­o Donald Trump, con quien llevaba tiempo intercambi­ando elogios, es el cambio más novedoso. El mes pasado también llegaron al poder otros personajes que habían mostrado su simpatía por Putin, como los nuevos líderes de Moldavia, Bulgaria y Estonia, que se unen a otros ya existentes, como el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.

Dicen algunos expertos que Putin puede intentar acuerdos con Trump sobre la crisis ucraniana: presionar al Gobierno de Kíev a cumplir los acuerdos de Minsk sobre el Donbás y prometer que la OTAN no admitirá a Ucrania. Pero

de momento son sólo teorías. “Si las promesas de Trump suponen que Rusia alcance algunos acuerdos , será positivo. Yo no confío en ello, pero hay alguna esperanza. Si hubiese ganado Hillary Clinton, no habría ninguna en absoluto”, ha dicho el politólogo Dimitri Trenin, que dirige el Centro Carnegie de Moscú.

No menos importante para Rusia es lo que suceda el próximo año en Francia. El ex primer ministro François Fillon, que aboga por mantener buenas relaciones con Rusia, ganó las primarias del centro-derecha y será su candidato en las elecciones presidenci­ales. Su principal rival es Marine Le Pen, la representa­nte más genuina de la extrema derecha europea que reniega de la UE y de las sanciones contra Rusia.

Según Lukiánov, todos estos cambios se han producido porque “el sistema global esté entrando en una nueva etapa de desarrollo”. Según él, el Brexit y la victoria de Trump son consecuenc­ias de este cambio. “Bajo la presión de sus propios ciudadanos, la clase dirigente de los principale­s países tiene que centrarse en sus asuntos internos, así que la expansión exterior, sea política, económica o ideológica, hace una pausa”.

Aunque Moscú reaccionar­a con euforia (la Duma aplaudió tras la victoria de Trump, y el líder nacionalis­ta Vladímir Zhirinovsk­i propuso un banquete), y a pesar de que el nuevo secretario de Estado norteameri­cano puede ser un conocido de Putin, el director ejecutivo de la petrolera Exxon Mobil, Rex Tillerson, el Gobierno ruso prefiere mantener el pie en el freno. María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, escribió en Facebook el 8 de diciembre que no hay que esperar mejoras radicales. “No se prevé ninguna ‘fiesta de la amistad, la fraternida­d y la justicia’. Nadie se hace ninguna ilusión”, tecleó.

También ha advertido en un artículo en la revista New Times el analista Andréi Kolésnikov, que dirige el programa de Política Interior en el Carnegie. “Si hablamos de una tendencia a largo plazo, no hay que olvidar que todos los países clave del mundo occidental son democracia­s. Y el populismo de derechas puede resultar no ser eterno. ¿Quién sabe lo exitoso y estable que será el periodo de gobiernos de los políticos de nuevo tipo? ¿Y no nos equivocamo­s al extrapolar la tendencia actual del trumpismo al futuro?”, se ha preguntado.

El próximo enero las elites rusas y la audiencia de los canales de televisión controlado­s por el poder empezarán a salir de dudas. “El ganador debe cumplir ahora las promesas que en campaña hizo al pueblo ruso: reparar las relaciones con el Kremlin, terminar con las sanciones y lograr un compromiso con Rusia sobre sus esferas de influencia. Sólo hay un problema: Trump nunca hizo esas promesas”, más allá de expresar y repetir su admiración por Putin, ha escrito el analista de Kommersant Andréi Pértsev. Al contrario, “Trump debe cumplir las expectativ­as de sus seguidores, ‘hacer grande a América’. Las audiencias podrían darse cuenta pronto de que el nuevo amigo de su país, llevado al poder con la ayuda del Kremlin, es en realidad un enemigo”.

No hay que olvidar tampoco que la realidad es caprichosa y que no siempre se comporta según los deseos o los miedos de los líderes políticos y de la opinión publicada. A finales del 2013, cuando la crisis ucraniana sólo eran manifestac­iones en la calle, el jefe del Kremlin recibía elogios por el caso Snowden, refugiado en Moscú desde aquel verano; el acuerdo para destruir las armas químicas de Siria o el pacto nuclear con Irán. Meses después, se convirtió en la gran amenaza de Occidente.

Tal vez a los editores de la revista Time les resultaba excesivo dar la portada de persona del año 2016 a Vladímir Putin, finalista en el 2014 por su influencia en los eventos de ese año. Para poner las cosas en su sitio, Forbes acaba de publicar su última lista de las personas más poderosos del mundo. Por cuarto año consecutiv­o, el líder ruso es el primero.

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ALEXEY DRUZHININ / AFP El presidente ruso, Vladímir Putin, junto a su perro, Yume, la pasada semana en el Kremlin

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