Sin noticias de hackers en Moscú
Rusia califica de “deshonestas” y “tonterías” las acusaciones de interferir en las elecciones de EE.UU. para ayudar a Trump
Los servicios secretos de Estados Unidos han acusado a Rusia, personalizando en su presidente, Vladímir Putin, de hackear ordenadores y correos electrónicos para interferir en las pasadas elecciones presidenciales americanas y hacer que ganase Donald Trump. Los altos funcionarios estadounidenses se lo creen, y el presidente saliente, Barack Obama, amenaza a Rusia con represalias. Los principales medios estadounidenses publican las filtraciones y la prensa mundial lo repite. Moscú ha respondido, sobre todo, con una pregunta: “¿Dónde están las pruebas?”.
La pregunta la repitió este viernes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, desde Tokio, donde el presidente Putin se encontraba de visita. Según recoge la agencia Sputnik, Peskov afirmó que EE.UU. debe dejar de acusar a Rusia de los ciberataques o presentar evidencias. “En caso contrario, resulta ya bastante indecente”, comentó a los periodistas.
Un experto en seguridad informática, el director general de la empresa rusa de antivirus DrWeb, Borís Sharov, explica a La Vanguardia por e-mail que “en teoría sí es posible” que un país use hackers contra otro país. “Pero aplicado en la práctica aparecen en seguida preguntas fundamentales: ¿Quién está en este caso detrás de los hackers: personas al servicio de un gobierno que en secreto llevan a cabo acciones destructivas, y por tanto delictivas, contra las estructuras informativas de otro país; o criminales comunes sin relación formal con ningún gobierno; o jefes de grandes empresas de productos de software que de repente empiezan a crear problemas a una determinada administración? En la práctica hay que demostrarlo y presentar pruebas. De no ser así, se parece a aquello de las armas de destrucción masiva en Irak”, dice, refiriéndose al falso argumento usado en el 2003 por Estados Unidos para justificar la segunda guerra del Golfo contra Sadam Husein.
Los hackers que en Moscú aseguran son imaginarios se han hecho famosos por las informaciones publicadas por dos medios de referencia en Estados Unidos,
The Washington Post y The New York Times. El primero citó fuentes gubernamentales anónimas que aseguraban que personas ligadas al Gobierno ruso entregaron a la organización Wikileaks los correos del Comité Nacional Demócrata y del presidente de la campaña de Hillary Clinton, John Podesta. Después, Wikileaks los publicó.
Además de las protestas rusas, el pasado jueves llegó un desmentido desde Wikileaks. “Nuestra fuente no fue el Gobierno ruso”, dijo su fundador, Julian Assange, en el programa de radio
The Sean Hannity Show, del canal Fox News. “Nos disgusta haber tenido la necesidad de declarar que nuestra fuente de información no fue ningún Estado. Habitualmente no decimos nada. Estamos interesados en defender a nuestras fuentes y por ello nunca decimos nada de ellos (...) Basta de distraer de esta forma y presten atención al contenido de lo publicado”.
El Times, por su parte, informó que un año antes de las elecciones el FBI advirtió a los demócratas que les estaban atacando, pero que el partido de Clinton no se lo creyó. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha calificado estas informaciones de “tonterías”.
En vísperas de la reunión del Colegio Electoral que tiene que ratificar la victoria de Donald Trump, este 19 de diciembre, Obama señaló con decisión a Putin. El presidente saliente dijo en una entrevista en la emisora NPR que responderá a la injerencia rusa.
En Moscú califican de “absurdas” estas acusaciones. “Sin duda alguna, esto es una paranoia y un intento bastante absurdo de jugar con los ánimos de los electores para ponerlos a su favor”, aseguró Andréi Kelin, encargado de Cooperación Europea en el Ministerio de Exteriores ruso. Y comparó esta situación con los tiempos del macartismo.
Según Sharov, se están sustituyendo las pruebas por los gritos en la prensa. “Es algo a lo que ya
Julian Assange, fundador de Wikileaks, ha desmentido a EE.UU.: “Nuestra fuente no fue el Gobierno ruso”
estamos acostumbrados. Y es que no es la primera vez que el mundo escucha declaraciones sin fundamentos desde el otro lado. Es como si después de Snowden fuese necesario que el mundo crea que en realidad EE.UU. no ataca a otros países en el ciberespacio”, dice volviendo a señalar otro tropiezo estadounidense, cuando el analista informático, hoy refugiado en Moscú, filtró documentos clasificados que revelaban programas de vigilancia masiva de la Agencia de Seguridad Nacional.
Después de las acusaciones procedentes de Estados Unidos, otros países parecen haber encontrado también el rastro de los hackers de Moscú. En Alemania se la levantado el temor a que Rusia intente perjudicar a la canciller Angela Merkel en las próximas elecciones generales. Y en el Reino Unido, el diputado laborista Ben Bradshaw acusó a Putin de interferir en el referéndum del Brexit del pasado mes de junio.