El Papa, a sus 80 años, desea una vejez sabia
Francisco celebra su cumpleaños con 8 indigentes
Primero los pobres, luego los príncipes de la Iglesia. Francisco celebró ayer su octogésimo cumpleaños con una secuencia de actos muy simbólica de su pontificado. A las 7.15 de la mañana, el Papa recibió la felicitación, en la residencia de Santa Marta, de ocho indigentes que viven en la calle, cerca del Vaticano, a quienes invitó a desayunar. A las 8, Jorge Mario Bergolio presidió una misa especial, acompañado de los cardenales residentes en Roma, en la espléndida capilla Paulina, en el palacio Apostólico.
Al término de la ceremonia religiosa, Francisco saludó a los purpurados presentes y reflexionó sobre la vejez, con seriedad y también con alguna broma. “Desde hace algunos días, me viene a la cabeza una palabra, que parece fea, vejez –dijo el Papa–. Da miedo, al menos da miedo”. Comentó que le habían regalado un libro de Cicerón, De
senectute, y recordó que ya en su primera homilía a los cardenales, tras ser elegido Papa, en marzo del 2013, afirmó que “la vejez es fuente de sabiduría”. “Esperemos que también lo sea para mí –agregó–. Esperemos que sea así”. Luego el Pontífice citó un poema de Ovidio (“Con paso silencioso te llega la vejez”). “¡Es un golpe! –prosiguió Francisco–. Pero cuando uno la considera una etapa de la vida que es para dar alegría, sabiduría y esperanza, uno empieza otra vez a vivir”. Y de nuevo el Papa citó otro verso, esta vez del alemán Hölderlin, según el cual “la vejez es tranquila y religiosa”. “Rezad para que la mía sea así –concluyó–. Tranquila, religiosa y fecunda. Y también alegre. Gracias”.
Con excepción del desayuno con los indigentes y de la misa con los cardenales, Francisco desarrolló una jornada de trabajo normal, aunque sí recibió felicitaciones de todo el mundo. El Papa tuvo varias audiencias –entre ellas, a la presidenta de la República de Malta, Marie-Louise Coleiro Preca– y firmó renuncias y nombramientos. También se anunció que viajará al santuario de Fátima, en Portugal, en mayo del próximo año, con motivo del centenario de la aparición de la Virgen a tres pastorcitos.
Con ya 80 años –y casi cuatro en la silla de Pedro–, Francisco está en una fase crucial de su pontificado. Hay cambios de tono y de estilo que parecen irreversibles, por ejemplo su renuncia a ciertos oropeles y atributos del cargo, como su negativa a usar vehículos de jefe de Estado y a vivir en el apartamento pontificio. Otras transformaciones están en fase avanzada, como las reformas en la gestión económica de la Santa Sede, más racional y transparente, y en la estructura de la curia. Sin embargo, algunas reformas de tipo pastoral –o rozando lo doctrinal– levantan una enérgica y ruidosa resistencia en sectores conservadores, hasta el extremo, según algunos, de plantear un riesgo cismático, según cómo evolucionen los acontecimientos.
Es difícil evaluar la fuerza real de la oposición a Francisco, saber has-
El sector conservador está planteando una enérgica resistencia a los cambios que promueve Bergoglio
ta qué punto quienes salen al descubierto y se rebelan públicamente son la punta del iceberg o representan a una minoría limitada. El golpe reciente más fuerte del sector crítico lo dieron cuatro cardenales –Brandmüller, Burke, Caffarra y Meisner– con una carta cuestionando la exhortación apostólica
Amoris laetitia y las nuevas normas más laxas sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar. El texto era muy duro y acusaba al Papa de crear mucha confusión y de haber vulnerado la doctrina.
A esa carta –que Francisco ha dejado sin respuesta formal, lo cual ha encrespado aún más a sus redactores– se han adherido recientemente 23 expertos y teólogos de todo el mundo que expresan su alarma por el curso de la Iglesia católica. “La barca de Pedro está andando peligrosamente a la deriva, como una nave sin timón y, en efecto, muestra síntomas de incipiente desintegración”, afirmaban en un manifiesto, y comparaban la situación a la gran crisis ariana del siglo IV, cuando muchos obispos dudaron sobre la divinidad de Cristo.
En Roma, veteranos vaticanistas como Sandro Magister, Eugenio Tosatti y Giuseppe Rusconi, entre otros, libran una guerra de guerrillas casi diaria, desde sus blogs, atacando sin tregua algunas ideas y decisiones de Francisco. Magister publicó hace poco en el semanario
L’Espresso un artículo incendiario, bajo el título de “El papa Francisco y el populismo místico”. Ese sector piensa que las concepciones económicas radicales de Francisco lo han convertido en campeón de un populismo de izquierdas que incluso en Latinoamérica está desacreditado y en retirada.