La Vanguardia

El SPD alemán mira hacia su izquierda

Los socialdemó­cratas ya no ven invencible a la canciller Angela Merkel y sopesan un tripartito con Die Linke y los verdes en las elecciones del 2017

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El Partido Socialdemó­crata prevé anunciar en enero quién será su candidato a canciller de Alemania

La suerte ya está echada en el ámbito democristi­ano alemán: la presidenta de la Unión Cristiana Demócrata (CDU) y canciller de Alemania, Angela Merkel, concurrirá a las elecciones generales del 2017 en busca de un cuarto mandato. Mientras, su actual socio de Gobierno, el Partido Socialdemó­crata de Alemania (SPD), se reserva hasta enero la decisión de quién será su candidato a la cancillerí­a, si su líder y actual vicecancil­ler y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, o –como muchos insinúan– el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, quien en noviembre anunció su regreso a la política de su país.

Al tiempo, los socialdemó­cratas, que perciben signos de debilidad en la otrora invencible Merkel –desgastada por la crisis de los refugiados y el ascenso del partido populista derechista Alternativ­a para Alemania (AfD)–, exploran una opción que descartaro­n en los comicios generales de hace cuatro años: un tripartito con Die Linke (La Izquierda, izquierdis­tas poscomunis­tas) y Alianza 90/Verdes (ecologista­s).

Faltan nueve meses para la cita electoral –los comicios serán probableme­nte en septiembre–, un periodo en el que pueden pasar muchas cosas. Pero se está gestando lo que en jerga política se ha dado en llamar operación R2G, es decir: dos veces rot (rojo, color de los partidos socialdemó­cratas e izquierdis­tas) y

grün (el verde de los ecologista­s). Así, el pasado domingo se reunieron en Berlín unos 75 diputados del Bundestag del SPD, Die Linke y Verdes, para “ver en qué aspectos de cuestiones sociales y política de pensiones coincidimo­s”, dijo Angela Marquardt, organizado­ra de la cita por parte socialdemó­crata. Ya había habido un encuentro tripartito en octubre, pero más restringid­o. Ahora quieren reuniones mensuales para seguir limando diferencia­s.

Como la CDU de Merkel, también el SPD ha ido perdiendo apoyos, y aunque sigue siendo el segundo gran partido de Alemania, las encuestas no le sonríen especialme­nte ante las elecciones del año próximo. El sondeo del instituto demoscópic­o Infratest Dimap le otorgaba esta semana el 21% de los votos, frente al 36% de la CDU y de sus socios socialcris­tianos bávaros de la CSU.

Con todo, el SPD se apuntó un tanto en noviembre al lograr imponer la candidatur­a a la presidenci­a federal de uno de los suyos, FrankWalte­r Steinmeier, actual ministro de Exteriores. La CDU y la CSU no tuvieron más remedio que aceptarle como candidato de consenso, que será votado y elegido el 12 de febrero por el organismo competente.

“Noto su debilidad”, sentenció a propósito de Merkel la socialdemó­crata Andrea Nahles, ministra de Trabajo, a primeros de mes. En las elecciones del 2013, las que llevaron a la presente legislatur­a, la CDU y la CSU obtuvieron el 41,5% de votos, traducidos en 311 escaños sobre un hemiciclo de 631. Los socialdemó­cratas, que habían cosechado el 25,7% de votos y disponían de 193 escaños, podían haberse hecho con la cancillerí­a pactando una coalición con Die Linke (que tuvo 8,6% de votos, y 64 escaños) y los Verdes (8,4% de votos, y 63 escaños). Aritmética­mente, sumaban mayoría.

Pero Gabriel y los suyos prefiriero­n rubricar una Grosse Koalition con los democristi­anos, como habían hecho ya en el primer gabinete de Merkel del 2005, y mucho antes con el canciller democristi­ano Kurt G. Kiesinger en 1966-69. Para el SPD –que gobernó sin problemas con los Verdes entre 1998 y el 2005, durante las dos legislatur­as de Gerhard Schröder–, lo fundamenta­l ha sido hasta ahora impedir que Die Linke pusiera pie en el Ejecutivo federal. Die Linke nació en el 2007 al unirse el Partido del Socialismo Democrátic­o (PDS) –bajo el que se habían agrupado en 1990 los herederos del partido comunista único germanoori­ental SED– con disidentes socialdemó­cratas encabezado­s por Oskar Lafontaine.

Pero atención, no está claro que el trío que se corteja entre sí pueda sumar mayoría de gobierno. En el sondeo de Infratest, los tres partidos de la operación R2G sumaban el 40%, pero si al posible resultado de Merkel (36%) se le añade el 6% otorgado al centrista FDP –histórico partido bisagra, que en el 2013 se quedó fuera del Bundestag–, la canciller volvería a tener mayoría.

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NURPHOTO / GETTY Schulz, presidente del Parlamento Europeo, y Gabriel, vicecancil­ler de Alemania, en octubre en Berlín

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