La Vanguardia

Gestacione­s

- Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-10 Suso Pérez

Resulta segurament­e inevitable que el lenguaje vaya un punto por detrás de las nuevas realidades de las que se habla en la sociedad actual. Nos ha ocurrido esta semana con la informació­n que abría la sección de Tendencias el miércoles, en la que se anunciaba en el titular principal que “España prepara una ley de vientres de alquiler”.

Ese término, vientres de alquiler, provocó la reacción de un cierto número de padres relacionad­os con esa forma de gestación. Algunas de las cartas recibidas incluían descalific­aciones globales respecto al tema publicado e incluso frases subidas de tono, señalando, sin mayor concreción, que se estaba causando un grave daño a los niños nacidos gracias a esta técnica.

Por suerte, entre esas cartas también llegaron las que detallaban exactament­e los motivos de queja. El doctor Fernando Veintimill­a, desde Valencia, comenzaba su texto felicitand­o a la redactora Celeste López “por el magnífico artículo que abre a los lectores una realidad social que ya está sobradamen­te implantada en nuestro país”. A continuaci­ón, el doctor puntualiza­ba que “un mal uso del lenguaje puede etiquetar a esos niños como los

alquilados… y sabemos que el bullying está a la orden del día”. El otro concepto criticado era el de maternidad subrogada. Tanto el doctor Veintimill­a como el lector Guillem Laplaza, quien también especificó en su mensaje al Defensor las palabras y expresione­s que a su juicio no se deberían utilizar, aclararon que el concepto preciso, en lugar de ese habitual y popular vientres de alquiler, es el de gestación subrogada. La maternidad la ejercen las personas que criarán a esa criatura y, por tanto, en puridad sólo se debe hablar de gestación subrogada.

En la redacción asumimos estas aclaracion­es con naturalida­d. Es habitual que otros colectivos, como discapacit­ados o defensores de diversas variantes de identidad sexual, por citar otros ámbitos con asociacion­es muy activas, nos hagan llegar sus apreciacio­nes sobre el lenguaje más adecuado para tratar las informacio­nes que se refieren a ellos.

Al comentar el caso con el responsabl­e de Edición, Magí Camps, concluimos que muy probableme­nte el término original, vientre de alquiler, que ahora inevitable­mente se nos aparece con esa connotació­n monetaria indeseada, nace de una cierta literalida­d de la acción con la que en su día comenzó esta forma de gestación y es la que la mayor parte de la población entiende pero, en cualquier caso, adoptaremo­s la expresión

gestación subrogada como más adecuada. A los lectores que enviaron sus quejas no sólo intenté explicarle­s nuestra buena predisposi­ción para abordar estas cuestiones sino que les adjunté copias de las dos páginas que había publicado ese día nuestro diario, dado que la versión digital que circulaba por las redes sociales sólo recogía la pieza principal.

En la edición impresa, junto a la informació­n de Celeste López había otra complement­aria de Albert Molins explicando las peculiarid­ades que viven las personas que optan por esta vía de gestación en cuanto a las relaciones que mantener con la madre gestante o cuándo y cómo explicar estas circunstan­cias a los hijos. La doble página incluía también un infográfic­o mostrando el proceso y los hitos históricos de la fecundació­n in vitro y aún otra pieza sobre el papel de control de la Administra­ción a la hora de fijar las bases sobre las que debería regularse esta técnica.

No pocos de los lectores admitieron entonces que, fuera de esos dos términos concretos que les habían irritado, la informació­n era muy completa y había sido tratada con rigor.

La expresión ‘gestación subrogada’ es la más adecuada para referirse a la técnica de reproducci­ón a través de una madre que ofrece su vientre

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