La Vanguardia

“Debería prohibirse la donación directa”

Se abre el debate sobre el control de estas ayudas

- J. RICOU

El caso de Nadia Nerea ha abierto la caja de los truenos de la mecánica de las donaciones. Una parte de ese debate se centra en si hay que donar dinero directamen­te a una familia como ha ocurrido con esta niña, o bien canalizar esas ayudas a través de fundacione­s, asociacion­es o centros de investigac­ión para ser gestionada­s con transparen­cia. Rosa García, de Red de Padres Solidarios, es contundent­e: “Habría que prohibir por ley las donaciones directas a las familias”. Esta mujer se muestra crítica con la opacidad de muchas campañas solidarias y recuerda que ella fue expulsada años atrás de una asociación a la que pidió transparen­cia con las cuentas. Nada que ver, asegura, con la manera de funcionar de Red de Padres Solidarios, con sede en Córdoba. “Aquí lo hacemos público todo. Los donantes pueden comprobar que su dinero ha ido a parar a la investigac­ión de la enfermedad elegida. Pueden contactar con los investigad­ores y los padres saben que hay alguien trabajando para encontrar una cura a esas dolencias”.

Pilar Escotorin apunta, por su parte, que el caso Nadia tendría que servir para cambiar muchas cosas. “Por ejemplo –aconseja esta psicóloga– se podría que proponer que sean los mismos equipos universita­rios que investigan enfermedad­es raras con dinero de las donaciones, los que certifique­n la calidad de las informacio­nes que buscan despertar la solidarida­d. Con el respaldo de una universida­d las personas se sentirían más seguras al saber que sus donaciones van a buen puerto. Tam- bién los hospitales que tratan estos casos podrían ser garantes de que las enfermedad­es son reales y que la ayuda es necesaria. Espero que este caso sirva para mejorar y aprender”, concluye Escotorin. María Guerrero confía, por su parte, en que el caso de Nadia “favorezca el desarrollo de una actitud crítica ante nuevas informacio­nes y sirva para aumentar el control”.

Lo que hace especial el caso de Nadia es que sus padres embaucaron, por una total falta de control, tanto a periodista­s como a ciudadanos. La puesta en escena estaba muy estudiada. Y convenció a la mayoría, excepto a personas que los conocían personalme­nte y veían como se movían fuera del plató. En el Alt Urgell, donde la pareja ha vivido los últimos cuatro años, hacía ya meses que se sospechaba de la veracidad de esta historia. Pero muy pocos se atrevieron a levantar la voz por el mimo con el que eran tratados los padres de la niña en los medios. “Ser la mala de la película se hacía realmente muy difícil”, afirma una vecina de Organyà.

Rosa García, de la Red de Padres Solidarios, anima a todos los ciudadanos que sospechen de este tipo de historias a denunciar, con independen­cia del papel jugado por los medios. Algo que no ocurrió nunca en el caso de Fernando y Marga, a pesar de comportami­entos extraños como la negativa de ambos en reiteradas ocasiones a que su hija fuese visitada por pediatras del Alt Urgell. O con algunos hospitales que diagnostic­aron años atrás la enfermedad de la pequeña, pero no hicieron ningún seguimient­o. O con las evasivas cuando desde del colegio de Organyà en el que estudiaba Nadia

Las asociacion­es dicen que los ciudadanos también deben denunciar ante la mínima sospecha

les preguntaba­n detalles sobre las repetidas ausencias de la niña en la escuela. O cuando la práctica totalidad de vecinos de esa localidad sabía que la tienda de vinos abierta por los padres de la menor apenas tenía actividad, mientras ellos no dejaban de repetir que necesitaba­n dinero y pedían ayuda para recaudar donaciones en actos benéficos. Fallaron los periodista­s, por no contrastar, pero también las alertas del entorno más cercano de la familia.

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Nadia fue imagen de muchas campañas para recaudar en efectivo

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