El Ayuntamiento reformará el Turó Park y prohibirá los perros
Más de un millón de euros para revitalizar el parque y abrir una nueva zona de ocio canina
El Ayuntamiento de Barcelona invertirá el año que viene más de un millón de euros en reformar el muy venido a menos Turó Park, en sustituir su viejo césped y plantar nuevos árboles, en mejorar su drenaje, modernizar su sistema de riego y reparar todas las fugas de su estanque. El objetivo del gobierno municipal es recuperar el antiguo esplendor del lugar, aquel que inspiró poemas de Jaime Gil de Biedma, de José Agustín Goytisolo, de Joan Margarit... Y, además, impedir que sus caminos de arena se enfanguen a cada rato, que los charcos brillen por doquier, que la gente tropiece tras meter el pie en un agujero. Sí, la pradera del Turó Park ofrece un aspecto lastimoso, los pañuelos de papel se quedan enganchados entre los setos durante mucho tiempo, a veces algunos visitantes saltan las vallas y pintarrajean con aerosoles los bancos y los árboles.
Aquí todo el mundo atesora muy buenos recuerdos de infancia, y a renglón seguido añade con un mohín que el Turó Park ya no es lo que era... Y, una vez que el Consistorio logré frenar esta lenta decadencia, más o menos a finales del próximo otoño, dará un golpe sobre la mesa, prohibirá la entrada de perros en el lugar e inaugurará muy cerca una zona de ocio para mascotas de más de mil metros cuadrados. En verdad, dejar el perro suelto no está permitido, pero en ocasiones las costumbres sobrepasan a las normas. El debate ciudadano será muy intenso. El Ayuntamiento llevará a cabo una intensa campaña de sensibilización con el objetivo de que la transición sea fluida.
“Las obras, que empezarán en mayo y terminarán en diciembre, se realizarán por fases para que en ningún momento el parque quede del todo cerrado –explica el concejal del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, el socialista Daniel Mòdol– . Queremos recuperar y potenciar la verdadera esencia del Turó Park, de manera que renovaremos su vegetación, diseñaremos un nuevo plan de mantenimiento y repararemos las deficiencias estructurales que lo están degradando, pero respetaremos todos los elementos del diseño original de Nicolau Rubió i Tudurí. Volveremos a abrir el viejo teatro de marionetas”.
“Únicamente –prosigue el concejal– añadiremos mejores bancos, una zona de juegos infantiles más moderna y unas pocas instalaciones para practicar gimnasia. Queremos potenciar el Turó Park como punto neurálgico de la vida social del barrio. Pero ello no es posible con tantos perros corriendo sueltos. Poco antes de terminar la reforma del parque abriremos
un gran espacio donde las mascotas dispondrán de fuentes para beber, de instalaciones para jugar, de mucho espacio donde correr. Estará a muy pocos minutos, en la confluencia de las calles Ganduxer i Bori Fontestà, en los jardines de Piscines i Esports. El coste de todo será de cerca de 1.300.000 euros”.
Nicolau Rubió i Tudurí, allá por los años treinta, transformó el parque de atracciones del Turó Park en un pulmón verde de inspiración inglesa, en un punto de encuentro ciudadano, en un lugar pensado para que los vecinos se crucen de manera casual y no tengan más remedio que reconocerse, que relacionarse los unos con los otros. Entonces Sarrià aún se antojaba bien lejos de Barcelona. Pero los diseños de Rubió i Tudurí continuan fascinando a todos aquellos que se dedican a la gestión del espacio urbano.
El problema, tercia Bartolomé Criado, presidente de la asociación de vecinos y comerciantes del Turó Park, es que la falta de equipamientos en este lado de la ciudad da pie a un uso exagerado del parque. “Nos faltan centros cívicos, centros de asistencia, casals... buena parte de la vida social del barrio se desarrolla en el parque. El Turó Park está sobreexplotado. Y el barrio se está rejuveneciendo. Están viniendo a vivir muchos matrimonios extranjeros con hijos pequeños. No tienen otro equipamiento de proximidad donde llevar a sus pequeños. Además, a esta zona de la ciudad vienen cada día miles de comerciantes, de personal doméstico, de tra- bajadores de los despachos de la zona... Todos, en un momento dado u otro, pasan por el parque, sobre todo a la hora de comer. Y luego están los perros. Se trata de una cuestión muy complicada. Acabarán pagando justos por pecadores. Porque muchos propietarios de animales son muy cívicos, pero otros...”.
Frederic Ximeno, comisionado municipal de Ecología, detalla que se renovarán más de 3.000 m2 de césped, se cambiarán 1.800 arbustos, se plantarán al menos una docena de árboles, se retirarán aquellos que estén enfermos... “El Turó Park es mucho más que un equipamiento de barrio –añade Ximeno–. Se trata de un bien de toda la ciudad que tenemos que proteger. Rubió i Tudurí fue uno de los padres de la modernidad del verde urbano, fue el primer director de jardinería y verde urbano de Barcelona. De ningún modo queremos cambiar la estructura del Turó Park”.
La parte más compleja y costosa de esta reforma son todas las obras que hay que acometer para solucionar los problemas estructurales del parque, unos problemas que producen una imagen a ratos decadente. “Tenemos que vaciar el lago para repararlo, mejorar todo el drenaje, cambiar el sistema de riego –añade Ximeno–... Sólo de este modo conseguiremos que la arena de los caminos presente un aspecto compactado, que no se enfanguen y llenen de agujeros y montículos. Sería mucho más sencillo poner un firme duro, pero esta opción iría contra la lógica histórica del Turó Park. Aún quedan algunos detalles por perfilar que iremos tratando con los vecinos”. Como los horarios de la nueva de zona de ocio para perros.
El plan prevé renovar más de 3.000 m2 de césped, cambiar unos 1.800 arbustos, plantar al menos 12 árboles...