La Vanguardia

El conductor de Rubí quedó libre por criterios policiales

- MAYKA NAVARRO Barcelona

Eran las tres de la madrugada del viernes cuando los responsabl­es del turno de noche de la comisaría de Rubí dejaron sin efecto la detención del conductor que horas antes, por error y presa del pánico, atropelló y dejó gravemente herido a un mosso d’esquadra. Pero el primer error fue anterior. Cuando ese agente y su compañero confundier­on al hombre con un atracador de farmacias y le dieron el alto. La puesta en libertad se produjo atendiendo a los criterios de un mando de la jefatura que en varias ocasiones esa noche advirtió: “Si no hay ninguna duda de que el hombre embistió al agente sin saber su condición de policía y presa del pánico, hay que dejarle en libertad”. Ese mismo mando advirtió de que la puesta en libertad se debía producir, además, si el hombre no tenía antecedent­es, daba garantías de que se presentarí­a horas después en el juzgado, como hizo, y sólo al terminar las diligencia­s y tras escuchar a los testigos. Y así fue.

Los testigos que presenciar­on la detención contaron que vieron como el conductor salía atemorizad­o de su vehículo tras recibir 10 disparos del compañero del policía atropellad­o, y gritaba a una patrulla: “Socorro, me quieren matar”.

Pero nadie le quería matar. La pareja de mossos sólo pretendía identifica­rle porque se parecía a un atracador de farmacias. Iban de paisano. Como muchísimos policías que trabajan con ropa de calle para pasar desapercib­idos. Por lo que fuera, el hombre no se los creyó, tuvo miedo e intentó huir. Aceleró, se llevó por delante y trasladó 800 metros sobre el capó a uno de los agentes, que se puso frente al coche para frenarlo. Después, el conductor dio un volantazo, y el mosso al caer se golpeó en la cabeza contra un bordillo. El agente sigue ingresado en Vall d’Hebron, en coma inducido. Su pronóstico es favorable dentro de la gravedad.

Decenas de mossos, y algunos sindicatos, cuestionar­on el viernes la puesta en libertad del hombre que, seis horas después, acudió al juzgado y quedó en libertad con cargos. Su argumento es que la cúpula, concretame­nte el comisario jefe Josep Lluís Trapero, no pensó en el mosso herido cuando trasladó las instruccio­nes de lo que hacer.

Esa madrugada ni el comisario jefe ni ningún otro mando ordenó nada a nadie. Se trasladó la consigna de que sólo si se daban las circunstan­cias antes descritas el hombre debía quedar en libertad. Entre otras cosas porque su situación venía provocada por un error inicial de los propios mossos d’esquadra.

Trapero quería acudir el viernes a la comisaría de Rubí a contar personalme­nte a los compañeros del agente herido por qué se habían dado esas instruccio­nes. En la esquina de la comisaría de Rubí dio marcha atrás. Un intendente que trabaja en su equipo y que había llegado antes fue agredido con un paraguas por alguno de los 200 mossos que se manifestar­on en la puerta de la comisaría exigiendo la dimisión de Trapero. El director de la policía Albert Balle defendió ayer la actuación. Fue el único mando policial y político que, públicamen­te, pensó un segundo en cómo podía sentirse el automovili­sta que, por un error de otros, desafortun­ado y no intenciona­do, había recibido 10 disparos, aún no se ha recuperado del susto y no hay momento en el que no pregunte por el estado del mosso.

Batlle defiende la libertad del hombre que arrolló a un mosso por no tener antecedent­es y huir atemorizad­o al creer que lo iban a matar

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