Partida entre Duchamp, el ajedrez y las vanguardias
A través de unas ochenta obras, la Fundació Joan Miró revisita la historia de las vanguardias artísticas desde una perspectiva innovadora que cuenta con dos protagonistas de peso: el ajedrez y el artista francés Marcel Duchamp.
Las piezas del ajedrez son las mayúsculas del alfabeto que da forma a los pensamientos; y esos pensamientos, aunque forman un diseño visual en el tablero, expresan su belleza de forma abstracta, como un poema... He llegado a la conclusión personal que, si bien no todos los artistas son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas”, declaraba Marcel Duchamp en 1952. La cronología vital del francés, que llegó a anunciar su retirada de la práctica artística convencional para jugar al ajedrez, funciona como marco contextual de la exposición Fin de partida: Duchamp,
el ajedrez y las vanguardias, que se puede ver en la Fundació Joan Miró (Barcelona) hasta el 22 de enero.
La muestra utiliza el ajedrez, y su presencia constante en la vida y en la obra de algunos de los artistas más destacados de la modernidad, como hilo conductor para ofrecer una nueva visión de las vanguardias artísticas y del relato historiográfico de esa época, que va desde principios del siglo hasta el nacimiento del
XX arte conceptual.
El comisario, Manuel Segade,articula el recorrido expositivo en seis ámbitos, como las seis piezas del ajedrez
Obras fundamentales
Comisariada por Manuel Segade, actual director del CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid, la exposición reúne unas ochenta piezas, muchas e ellas nunca vistas en el Estado español, creadas por el propio Duchamp pero también por otros artistas fundamentales del siglo XX, como André Breton, Paul Klee, Hans Richter y Sonia Delaunay. Además, se complementa con libros, piezas audiovisuales y fotografías, procedentes de las mejores colecciones y archivo públicos y privados de todo el mundo.
Un discurso continuo
A través de estas piezas, Manuel Segade plantea la hipótesis del ajedrez como una presencia continua en las vanguardias históricas, “ya sea como ocio intelectual, como metáfora social, como residuo de la perspectiva convencional, como espacio para la reflexión sobre el lenguaje, como teatro capaz de expresar la dramaturgia de la conciencia, como juego de guerra o como tablero donde cuestionar la convención y la regla”.
Para desarrollar este discurso, el comisario articula el recorrido expositivo en seis ámbitos, como las seis piezas del ajedrez. De entrada, se establecen los primeros contactos de Duchamp con el ajedrez, tomándolo como motivo en las pinturas de género doméstico del posimpresionismo y posteriormente en los primeros
readymades. En el segundo ámbito, se fijan paralelismos entre las formas del constructivismo ruso y los dictámenes de la Escuela Bauhaus, que compartían la visión revolucionaria y de transformación social del ajedrez.
Ya en la tercera sala, se deja constancia de la gran función que desempeñó el ajedrez entre los creadores surrealistas, y cómo utilizaron el tablero y las figuras como herramientas de psicoanálisis. De hecho, el propio Freud declaró: “Los pasos requeridos para dominar el juego del ajedrez son similares a las técnicas psicoanalíticas”.
En este recorrido cronológico, el cuarto ámbito se sitúa en el periodo de batalla de los años treinta y cuarenta, y se centra en la importancia del ajedrez como instrumento de guerra y de propaganda. A continuación, el espacio documenta la conexión pública y notoria que se estableció entre los artistas de vanguardia más reconocidos y el ajedrez, mientras que el punto final a la partida de ajedrez de Duchamp viene marcado por la influencia que él mismo y el poder del ajedrez ejercieron en generaciones posteriores de artistas vinculados a movimientos creativos como el Fluxus y el arte conceptual.
“El aspecto competitivo del asunto –de una partida de ajedrez– no tiene importancia alguna, pero el juego en sí es muy, muy plástico, y eso es probablemente lo que me atrajo”, decía Marcel Duchamp, que supo encontrar puntos en común entre el arte y el ajedrez, en alguno de sus numerosos escritos.
Por cierto, Duchamp murió el 2 de octubre de 1968 y su obituario se publicó en la sección de ajedrez del periódico Le Figaro.