La subida del crudo reaviva la industria del ‘fracking’ en EE.UU.
Las petroleras vuelven a perforar ante las perspectivas de mayor rentabilidad
El fracking está de vuelta. La extracción de petróleo mediante la técnica de fractura hidráulica de la roca, que tanto éxito tuvo en EE.UU. y que permitió al país convertirse en el primer productor mundial, no vivía sus mejores momentos. El desplome de las cotizaciones del crudo a lo largo de los últimos meses (cayó más del 75% desde los máximos de junio del 2014) hizo que esta modalidad de extracción ya no fuese rentable. Sin embargo, la reciente decisión de la Organización de los Países Productores de Petróleo (OPEP) de recortar la producción del oro negro ha causado un aumento de los precios. Y en los niveles actuales, que rondan los 55 dólares el barril, el fracking vuelve a salir a cuenta.
Desde principios de junio un promedio de unas 25 torres de perforación en EE.UU. se han puesto en funcionamiento cada mes, según la consultora Baker and Hughes. En el mes de noviembre se han añadido 36 más. Bien es cierto que estamos todavía por debajo de los niveles de hace un año, pero la tendencia es alcista.
En los últimos dos años esta industria tuvo que abandonar varios proyectos. Baste con recordar que a principios de año los precios cayeron por debajo de los 30 dólares. Sólo hace algunos años , las cotizaciones tenían que estar por encima de los 70 dólares para que el fracking, una técnica costosa, fuera rentable.
Pero las plantas como las ubicadas en Tejas o en Dakota pueden funcionar con las cotizaciones en los niveles actuales (y según Goldman Sachs, el barril se mantendrá en los 55 dólares en la primera mitad del 2017). Han ganado en eficiencia. La productividad del fracking ha aumentado un 20%, según el economista Mark Mills, que pronostica que la producción de petróleo obtenida con este sistema se va a duplicar cada tres años y medio gracias a los avances tecnológicos. Hoy en tan sólo una semana se puede instalar una torre de perforación.
Pero estos últimos movimientos demuestran que el lobby petrolero norteamericano, lejos de haber disminuido, está más vivo que nunca y, tras quedar dormido, está listo para dar batalla otra vez. El fracking ha demostrado ser más resistente de lo previsto: la producción apenas cayó un 12% desde los máximos del 2015.
Arabia Saudí quería atacar a la industria estadounidense, pero esta ha demostrado ser resistente
Y ahora está lista para subir, al contar también con el apoyo del presidente electo Donald Trump.
Arabia Saudí haría bien en preocuparse. Su estrategia en el último año y medio era clara: inundar de petróleo el mercado, causar un desplome de las cotizaciones con el objetivo de hundir el fracking estadounidense y defender su cuota .
Pero a Ryad le ha salido el tiro por la culata. El país, con precios bajos, disminuyó sus ingresos fiscales (perdió en un año 350.000 millones de dólares) y se vio forzado, en la última cumbre de la OPEP de finales de noviembre, a impulsar un recorte de la oferta de petróleo (un 4% menos, y con la ayuda también de países externos al cartel).
El sector, además, está en pleno movimiento. Ayer, la petrolera BP anunció la compra de una participación del 10% en el campo petrolífero de Abu Dabi por 2.200 millones de dólares. Una manifestación de fuerza, justo cuando EE.UU. enseña sus músculos.