Piedras en el camino
EL refrán asegura que el hombre (y la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero el saber popular no establece la cantidad de veces que las instituciones pueden dar un traspié por un obstáculo encontrado inesperadamente en medio del camino. En el caso del Fondo Monetario, parece que sus directores tropiezan siempre con los tribunales, que más que una piedra pueden convertirse en un muro para sus carreras profesionales.
Los tres últimos máximos responsables han tenido serios problemas con la justicia, como si alguna maldición pesara sobre el cargo. Rodrigo Rato está acusado de delitos de fraude, blanqueo y alzamiento de bienes por su gestión en Caja Madrid y Bankia, además de en sus negocios personales. Le sucedió Dominique Strauss-Kahn, que fue denunciado por agresión sexual a una camarera de un hotel de Nueva York, y posteriormente investigado por proxenetismo y desvío de capitales en Francia. La actual directora, Christine Lagarde, acaba de ser hallada culpable de negligencia que derivó en malversación de fondos durante su etapa como ministra de Finanzas francesa, por un trato de favor al empresario Bernard Tapie en la indemnización recibida al vender Adidas. La sentencia responsabiliza a Lagarde, aunque no le impone pena y ni siquiera aparecerá en sus antecedentes, pero complica sus deseos de seguir en tan preciado puesto.
Monterroso tiene un cuento que habla de un rayo que cayó dos veces en el mismo lugar y, en la segunda ocasión, al ver que el daño estaba hecho, se deprimió muchísimo. Habrá que suponer que si el mismo rayo insistiera por tercera vez, no sólo se sentiría abatido, sino que se hundiría definitivamente. El FMI, que va dando lecciones a los diferentes países del mundo sobre cómo proceder, resulta poco escrupuloso en sus elecciones. Y no están los tiempos para perder lustre, ni para extraviar el prestigio.