El tentetieso de agua

Un juego ancestral en una modalidad nueva ha invadido estas últimas semanas patios de escuela, calles y plazas

Cada temporada navideña aparece un nuevo juego o juguete que todo el mundo busca desesperadamente por tiendas, franquicias y redes. Muñecas con cara de cerdo, personajes de dibujos animados, artefactos clásicos que vuelven, como el yoyó. No diré marcas, pero seguro que todos pensamos en alguna, fruto de la presión publicitaria que rebota en las mentes de los niños. Luego, ya sea bajo un abeto embolado o junto a un belén iluminado, muchos de los destinatarios felices de estos juguetes tan esforzadamente localizados acaban jugando con cualquier otra cosa. Las cajas de cartón en las que venían embaladas, por ejemplo. Esta temporada navideña que acabamos de empezar también tiene diversos productos estrella que ahora mismo buscan muchos progenitores (sinónimo culto destinado a evitar cualquier filtración fortuita a ningún menor inocente que pueda acercarse a este artículo). No diré marcas porque no me las sé, pero hay un juego que sobresale de manera muy destacada. Se trata de un juego ancestral en una modalidad nueva que en las últimas semanas ha invadido patios de escuela, calles y plazas. Por su naturaleza transversal podría acabar con la paradoja de los niños que aparcan los juguetes para jugar con sus cajas de cartón. No tiene nombre oficial, que yo sepa, pero le podríamos llamar tentetieso de agua. Un tentetieso es un muñeco hueco que lleva un contrapeso en la base para que siempre quede derecho. El tentetieso de agua es un juego de habilidad que aúna contenido y continente.

Seguro que la mayoría de los lectores ya ha visto a algún niño jugando al tentetieso de agua, aunque no fueran conscientes de ello. Tal vez se fijaron en algún cachorro que lanzaba obsesivamente una botella de plástico al suelo durante horas y pensaron que el pobre chaval se comportaba de un modo un poco extraño. Que le faltaba un tornillo, vaya. Porque el tentetieso de agua consiste en llenar de líquido una botella de plástico hasta un punto determinado de su volumen, pongamos que un tercio, y luego lanzarla al aire como si fuese un cuchillo de prestidigitador. El objetivo del juego es que rote como un molinillo y caiga de pie. Es decir, la idea es transformar una botella de agua mineral en un tentetieso. El juego de habilidad aprovecha el peso del líquido que hemos vertido para hacerla caer de pie. Y si cae de pie, el niño (que todos llevamos dentro) prorrumpe en grandes gritos de celebración y sus semejantes le arrebatan el botellín para intentar emularlo. No intenten hacerlo en casa con botellas de vidrio, que podrían provocar todo tipo de accidentes. Ni con líquidos de alta graduación, que se los acabarán bebiendo y ya verán luego. Preparémonos para ver volar muchas botellas durante estas fiestas.