La Vanguardia

Ocho matrimonio­s y medio

ZSA ZSA GABOR (1917-2016) Actriz, escritora y mujer de negocios

- SALVADOR LLOPART

La fama se encuentra allí donde están las cosas huecas, que dice David Bowie en su canción, bueno, sobre la fama.

Habla Bowie de la fama denostada. Una fama de brillo y oropel que, de todas formas, a lo largo del tiempo, también ha dado a conocer personajes fascinante­s, espejos de su propia realidad deformada. Personajes en los que el ingenio se suma a su circunstan­cia, y se proyecta hacia la sociedad con simpatía y gracia. Como Zsa Zsa Gabor, sin ir más lejos. Ella y sus sucesivos matrimonio­s.

Admirada por encima de sus posibilida­des. Por encima de sus películas y sus numerosas aparicione­s en televisión, Zsa Zsa Gabor, glamurosa por ser ella misma, fallecía el pasado domingo en su casa de Los Ángeles. Tenía 99 años y nunca había dejado de ser famosa.

Por lo menos desde que fue reconocida con el título de miss Hungría en 1936. País que abandonó, por Hollywood, acompañada por sus hermanas, Eva y Magda. También célebres en Estados Unidos. Zsa Zsa era la última supervivie­nte de la saga de las Gabor, y su mejor representa­nte.

Vivió una vida más grande que la vida gracias a su ingenio para convertirs­e en una casamenter­a de millonario­s en serie. “Una chica debe casarse por amor, y mantenerse casada hasta que lo descubra”, decía.

Zsa Zsa Gabor se casó ocho veces y otra vez más, o sea media, si contamos su matrimonio de un solo día con un actor mexicano ya casado. Un matrimonio bígamo que se anuló en el mismo momento de la ceremonia.

Entre sus esposos más famosos se incluye Jack Ryan, el creador de la muñeca Barbie; Conrad Hilton, el fundador de la cadenas de hoteles que llevan su apellido; el actor George Sanders, un magnate del petróleo, un diplomátic­o turco, et- cétera. Su último marido, Frederick von Anhalt, informó el domingo de la causa de la muerte de su mujer: un infarto. “Intentamos todo lo posible, pero su corazón se había parado y eso fue todo”. Una muerte rápida. El final de una vida larga y llena de sorpresas.

Se supone –no es seguro, nada es seguro con ella– que Zsa Zsa Gabor había nacido el 6 de febrero de 1917 en Budapest (Hungría). Emigró a Estados Unidos en 1941, y su primer papel significat­ivo lo tuvo en

Moulin rouge (1952), de John Huston. Pero lo suyo seria la serie B de los años cincuenta, género menor en el que se convirtió en una figura de culto. Con películas como La

reina del espacio exterior, donde encarnaba una rebelde del planeta Venus, enamorada de cuatro terrestres a la vez (a los que tendría que devorar).

El estrellato como actriz la abandonó pronto. Pero conservó toda su vida, como se ha dicho, el estatus de famosa. Mantenido mediante matrimonio­s, por supuesto, y aparicione­s breves pero contundent­es en colaboraci­ones especiales en películas y series de televi-sión.

Todavía se la recuerda por su papel en Agárralo como puedas 2

1/2: el olor del miedo (1991), donde ella misma se reía de un incidente de su propia vida: cuando fue condenada a un multa por abofetear a un policía.

En 1989, Zsa Zsa Gabor fue arrestada por vapulear a un oficial que paró su coche –su Rolls-Royce, por supuesto– y la llevó frente al tribunal. Gabor se quejó allí de técnicas propias de la Gestapo, para nada adecuadas para la maravillos­a vida en Beverly Hills. Y el juez, apiadado o seducido por su encanto, la condenó a pasar 72 horas en la cárcel (que al parecer no cumplió). “Ya no puedes conducir tu Rolls en paz por Hollywood”, dicen que adujo en su defensa.

A lo largo de su carrera, Zsa Zsa Gabor apareció en más de 60 programas de televisión y en otras tantas películas, algunas de ellas italianas, francesas o alemanas, países donde alcanzaba su fama y su glamur. Su papel en Lili (1953) es uno de los más destacados, así como el de encargada de un night club en

Sed de mal (1958), de Orson Welles. Pero también quiso dejar constancia en la literatura y publicó, con toda la ayuda del mundo, cuatro libros donde explora su fama de cazahombre­s. Zsa Zsa Gabor: my story (1960), Zsa Zsa’s complete

guide to men (1969), una obra de título explícito, seguida de otro libro no menos claro: How to catch a man, how to keep a man, how to get rid of a man (Cómo atrapar un hombre, cómo conservarl­o y cómo deshacerse de él) (1970). Su última obra como escritora es suficiente­mente explícita de cómo se sentía Zsa Zsa Gabor al final de sus días:

One lifetime is not enough (1991), o sea, una vida no es suficiente.

Además de su afán artístico y literario, fundó una empresa de cosméticos. Una vez ofreció un millón de dólares a cualquiera que pudiera probar que se había sometido a una operación de cirugía plástica. Poseyó la casa de Howard Hughes, que también fue de Elvis Presley. Su ropero se medía por metros, con unos 5.000 complement­os, que en los últimos años utilizó poco, con constantes visitas al hospital. Pero eso no importa: lo que queda es su ingenio en la utilizació­n de la fama. Y del matrimonio. “He descubiert­o que los diamantes no son el mejor amigo de una chica. El abogado de divorcios lo es”.

“He descubiert­o que los diamantes no son el mejor amigo de una chica; el abogado de divorcios lo es”

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LASZLO VARKONYI / EFE

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