La Vanguardia

El sucesor de Pichichi

FIDEL URIARTE (1945-2016) Jugador de fútbol del Athletic

- CARLOS NOVO

Cuando el pasado 3 de noviembre en San Mamés Aritz Aduriz marcó cinco goles al Genk belga en la Europa League, los más jóvenes aficionado­s del Athletic descubrier­on que no había que remontarse a los tiempos de Pichichi, Gorostiza o Bata, en los años 30, para encontrar un antecedent­e de tal calibre. La anterior hazaña la protagoniz­ó un tal Fidel Uriarte el último día de 1967 ante el Betis, en un partido de liga que acabó 8-0 para los bilbaínos. Conocido en su tiempo como el

León de Urbinaga, Uriarte fue uno de los grandes goleadores de una época sin television­es, en la que los defensas tenían barra libre, no se andaban con bromas ni chiquitas y el pichichi se ganaba con poco más de 20 goles. Uriarte lo ganó en la temporada 67-68 con 22 goles, en un equipo con el que ganó dos Copas del Generalísi­mo, en los años 1969 (la final al Elche, 1-0) y 1973 (la final al Castellón, 2-0), tiempos en que no podían jugar extranjero­s en el fútbol español, lo que permitía al Athletic competir con el Barcelona y el Real Madrid en un plano de mucha más igualdad.

Nacido en Sestao, como Panizo y Venancio, otras viejas glorias del Athletic, a Uriarte le fichó de niño Piru Gainza y con 17 años debutó en el primer equipo. Fue en La Rosaleda de Málaga, (el 23 se septiembre de 1962) el mismo día que debutó otro chaval espigado que haría historia en el fútbol español: Iríbar. “Perdimos (2-0) porque aquella tarde hizo un calor tremendo”, rememoraba Fidel Uriarte en la última de sus entrevista­s, concedida en el 2011 ya enfermo al Canal Athletic.

Curiosamen­te fue en Málaga donde se retiró Uriarte, allí jugó sus dos últimas temporadas en activo, del 74 al 76. Antes había jugado para el Athletic 297 partidos, en los que marcó una buena cifra de goles: 90. Fidel Uriarte vivió los últimos años de su vida en Castro Urdiales, aquejado de una demencia crónica que le hizo perder todos sus recuerdos. Ya no podía revivir lo mal que se llevaba su gente de Sestao con los señoritos de Barakaldo, y que en el Athletic coincidió con uno de ellos, un tal Javier Clemente.

En esa última entrevista Uriarte recuerda la canción que su equipo de infantiles, Los Boinas de Sestao, le dedicaban a sus vecinos de Barakaldo: “Todos con alpargatas y no les tenemos miedo a esos chulos de corbata”. Luego, explicaba que le dejó a Clemente llevar el dorsal número 10 (él cambió al ocho) porque Clemente, la joven promesa del equipo, se había empeñado en llevarlo. Y cómo presenció en directo la terrible lesión que cortó la carrera deportiva del que luego sería selecciona­dor nacional. “Fue una patada de un jugador del Sabadell, Marañón. Era sobre la línea de banda. Le grité porque veía que le iba a dar, pero no pudo reaccionar. Nos dejó muy jodidos. Al terminar el partido pensamos en ir a matarle a hostias, pero... Fue para meterle en la cárcel. Al final, esa entrada le retiró del fútbol”.

Uriarte jugó doce temporadas en su Athletic. Siempre se tuvo por un tipo independie­nte, un espíritu libre y un sentimenta­l irremediab­le. “Ninguno de los entrenador­es que tuve me dijo muchas cosas”, cuenta. “La verdad es que no les hice mucho caso. Si me hubiese caído una buena bronca hubiese dicho ‘sí, bwana’, pero como jugaba bien y marcaba goles, pues no me decían nada. Si te dejan y no te agobian es mejor para todos. La mejor orden que puede dar un técnico, ¿sabe cuál es? Haz lo que te salga de los cojones”. Genio y figura. El Athletic llora desde ayer a Fidel Uriarte.

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JULIÁN GUARDIOLA / MD

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