“A quienes nos gusta leer nos cuesta entender a los que no lo hacen”
Isabel Coixet, directora de cine. Prepara el filme ‘La librería’
De las cuatro o cinco cosas, dice Isabel Coixet, sin las cuales no podría vivir, la lectura es una de las principales. No le preguntamos si la primera o la última, ni tampoco por las otras tres o cuatro. Porque esta noche va de libros, precisamente. La directora de Cosas que nunca te dije recogió anoche el premio Atlàntida del Gremi d’Editors, que la reconoce como una sentida agente de agitación y propaganda literaria, de la lectura por la lectura, ya sea desde sus películas o desde sus artículos. “A quienes nos gusta leer nos cuesta concebir la vida de quienes no lo hacen. De verdad, no lo entiendo”, dice Coixet.
¿Un libro ayuda a triunfar, como se decía antes?
Un libro ayuda a vivir. Punto. Eso de que un libro ayuda a triunfar me parece una tremenda gilipollez. Una desafortunada idea de hace años que ahora continúa, de alguna manera, en los denominados libros de autoayuda...
¿Qué tiene contra los libros de autoayuda, que tanto triunfan?
Eso de que aprender a ser feliz es cuestión de ochenta páginas, o que existen tres reglas para superar tus miedos. Eso es basura. Ese tipo de literatura niega algo que, para mí, es obvio: cualquier objetivo, deseo o meta en la vida requiere esfuerzo. Verdadero esfuerzo. Vivir es un empeño. Y esos libros, en cambio, te ofrecen el secreto de la existencia como si fuera una píldora, que te la tomas y ya está. Esos libros son un atajo de la verdadera tarea de vivir.
¿La verdad está en los libros?
No sé si la verdad está en los libros, pero desde luego la verdad que a mí me interesa sí lo está. Estos días releo Las memorias del subsuelo, de Dostoievski, a la luz del reciente
triunfo de Trump, y descubro párrafos enteros que son iluminadores, como una premonición de lo que está pasando...
¿Lee ensayo?
Leo ensayo, sí. Los científicos especialmente, con la esperanza de entender más. Pero suelo salir más bien confusa de su lectura. No me importa demasiado. Hay una frase que dice un personaje de La librería (Ed. Impedimenta), la novela de Penelope Fitzgerald, que me encanta: “Entender demasiado convierte la mente perezosa”. La
librería será mi próxima película.
¿Cómo influye la literatura en su labor como cineasta? Poca gente repara en ello, pero mi cine es muy libresco. Mucho más que cinéfilo. Antes que robar a otros cineastas, robo de la literatura. Pero intento que pase desapercibido, de una manera camuflada.
Como usted dice, su próxima película se basa en La librería. ¿Qué le lleva a esa historia?
Nunca he sido demasiado biográfica en mis películas; no de una forma evidente, al menos. Pero con Florence Green, la protagonista de La librería, me siento más que identificada. Sueña con abrir una librería en un pequeño pueblo, y su deseo define un micro universo de problemas, de frustración, de envidias. De agobiante burocracia. Con relaciones de poder viciadas y esa especie de conspiración contra la realidad de esas personas que se empeñan en no ver lo que pasa...
¿A quién interesará?
Espero que a todos. Estamos acabando el montaje. El lunes Alfonso de Vilallonga se pone con la banda sonora. Creo que hemos atrapado el espíritu de la novela. Es un homenaje a los lectores, a las librerías, especialmente a quienes abren librerías en estos tiempos, que son como héroes de la cultura.
Si su vida fuera un novela, ¿qué personaje de ficción sería?
Florence Green, si duda. La protagonista de La librería.
LITERATURA Y VIDA “Un libro ayuda a vivir. Eso de que un libro ayuda a triunfar me parece una gilipollez”