La policía busca al autor del ataque de Berlín, que logró huir armado
El pakistaní detenido por el testimonio de un transeúnte queda en libertad
Todas las banderas de Berlín ondearon ayer a media asta en homenaje a las víctimas del mercado navideño de Breitscheidplatz, arrolladas por un camión conducido por mano asesina, mientras Alemania seguía inmersa en el horror y en la angustiosa convicción de que el culpable continuaba moviéndose, libre y armado, en algún lugar de la ciudad. Al cierre de esta edición, la más triste certeza era que doce personas habían perdido la vida en el ataque de la noche del lunes: once de ellas atropelladas en el mercado, y la duodécima, el chófer polaco que murió defendiendo su camión. De los 48 heridos, 24 seguían anoche hospitalizados, y 18 estaban en estado grave, según el último informe de las autoridades. Uno de los heridos es un estudiante español, Iñaki Ellakuria, que está fuera de peligro.
Investigadores y autoridades se mostraron cautelosos pese a señalar que el mortífero atropello fue un “acto terrorista”. El sospechoso detenido en la noche del lunes, un pakistaní de 23 años que había entrado en Alemania el 31 de diciembre del 2015 y que no llegó a completar su solicitud de asilo, fue puesto ayer tarde en libertad tras verificarse que su ADN no se correspondía con el hallado en la cabina del camión. De las sospechas en torno a este joven –detenido en el cercano Tiergarten, siguiendo la pista indicada por un transeúnte– había dado cuenta a media mañana el ministro del Interior, Thomas de Maizière. El pakistaní tenía antecedentes por pequeños delitos, pero las fuerzas de seguridad no le ubicaban como islamista. En esa rueda de prensa, De Maizière dijo: “Ya no tenemos ninguna duda de que el terrible suceso de la otra noche fue un ataque”.
También por la mañana, la canciller Angela Merkel dijo en una comparecencia que los investigadores parten de la base de que “se trata de un ataque terrorista”. Merkel, visiblemente abatida, admitió lo difícil de aceptar que el atentado haya podido ser perpetrado por un refugiado. “Si se confirmara que el autor de semejante acto había pedido protección y asilo en Alemania, sería para nosotros especialmente difícil de soportar”, sentenció la canciller. Más tarde, acudió a depositar flores blancas en Breitscheidplatz, acompañada por el ministro De Maizière; el titular de Exteriores, FrankWalter Steinmeier, y el alcalde de Berlín, Michael Müller.
Fue una jornada tensa, frenética y contradictoria. Apenas tres horas después de que el ministro del Interior glosara la figura del sospechoso pakistaní, el fiscal federal, Peter Frank, ya admitía en otra rueda de prensa la necesidad de “ir asumiendo la idea” de que el detenido podría no ser el autor de la masacre, que definió como “atentado con trasfondo terrorista”. Frank arguyó que la secuencia de los hechos recordaba el ataque del 14 de julio en Niza (Francia), cuando un camión con un islamista al volante embistió a la multitud y mató a 86 personas.
Las autoridades informaron de que seis fallecidos en el mercado ya identificados son alemanes, pero no descartaron que haya víctimas de otros países, al ser un lugar céntrico para los turistas, junto a la célebre Iglesia Memorial del Káiser Guillermo, dejada deliberadamente en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial como monumento a la paz.
En realidad, la primera víctima cronológica del atentado es de nacionalidad polaca. El camionero Lukasz Urban, de 37 años, apuñalado y tiroteado por quien luego utilizó el vehículo para atentar, fue identificado por su primo y propie-
El chófer polaco del camión fue asesinado el lunes para quitarle el vehículo y perpetrar el mortífero atropello
tario de la empresa de transportes, Ariel Zurawski, quien relató cuanto sabía a la televisión pública polaca.
El tráiler transportaba desde Italia acero para una filial de la empresa Thyssenkrupp en Berlín. Urban llegó a las siete de la mañana del lunes, pero se le indicó que descargara a las ocho de la mañana del día siguiente. Zurawski mostró a los reporteros una foto en su móvil: es una selfie de su primo en un kebab de un barrio berlinés que este le envió a las dos de la tarde del lunes. Sobre las cuatro, su mujer le telefoneó, pero Urban nunca respondió.
Por los movimientos del GPS del camión –que obran en poder del jefe de la policía de Berlín, Klaus Kandt–, se aprecia que a las 15.45 horas quien lo conducía empezó a hacer maniobras inusuales, adelante y atrás, como si se ejercitara en su manejo. A las 19.40 horas, el vehículo se puso de nuevo en marcha y circuló unos diez kilómetros, hasta llegar a Breitscheidplatz e iniciar el ataque, en el que arrasó unos 60 metros del mercado navideño.
El cadáver del chófer polaco, que fue hallado en la cabina del camión, estuvo allí todo ese tiempo, y el arma corta con que fue asesinado no ha sido hallada. Su jefe y familiar recordó que Urban era un hombre fuerte, que medía 1,83 metros y pesaba 120 kilos, y dudó de que una sola persona hubiera podido reducirle. De hecho, el fiscal federal Frank habló de “un grupo de personas” implicadas en el atentado. Ahora la policía busca toda imagen grabada por videocámaras, o todo testimonio, de la ruta del camión desde que su legítimo conductor fue asesinado. También en la madrugada del martes, la policía registró el albergue para refugiados instalado en el antiguo aeropuerto de Tempelhof, en busca de nuevas evidencias.
Todos los mercados navideños de Berlín –hay más de 60– cerraron ayer en señal de duelo. No así en el resto de Alemania, donde siguieron abiertos aunque con redoblada presencia policial, por decisión de los responsables de Interior de los 16 länder con el ministro federal De Maizière. “Independientemente de lo que averigüemos más adelante sobre las motivaciones del agresor, no podemos ni debemos permitir que nos quiten nuestro modo libre de vivir”, razonó el ministro.
El jefe de la policía de Berlín, Klaus Kandt, admitió que las autoridades están “naturalmente muy alarmadas”, pero sostuvo que los mercados navideños no pueden ser convertidos en fortalezas, y que en Berlín hay otros lugares abiertos al público que podrían despertar el interés de terroristas. “El riesgo se ha convertido en realidad”, lamentó.
El camionero polaco se hizo una ‘selfie’ en un kebab berlinés, donde comió, antes de dejar de dar señales de vida