La Vanguardia

Insuficien­te atención a la dependenci­a

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LA crisis económica frenó en seco el desarrollo de la ley de Dependenci­a, definida como el cuarto pilar del Estado de bienestar, que entró en vigor hace diez años para poder atender al 2,5% de la población española que no puede desarrolla­r las actividade­s básicas de la vida diaria sin apoyos. El resultado del recorte presupuest­ario, aplicado tanto desde la Administra­ción central como desde las comunidade­s autónomas, es que un tercio de las personas dependient­es no recibe ninguna prestación o servicio del sistema aun cuando tiene el derecho reconocido.

Muchas esperanzas de ayuda para las personas que necesitan de otras para valerse por sí mismas, bien sea por minusvalía física, enfermedad o vejez, se han truncado, tanto por la lentitud en su aplicación como por la insuficien­cia de las ayudas que reciben los afectados.

El problema, que es de una enorme gravedad, requiere la máxima atención de los poderes públicos para que se estudie la fórmula más adecuada de destinar a la dependenci­a más recursos de los presupuest­os del Estado y una organizaci­ón más dinámica y eficiente del sistema. Estamos hablando de más de 355.000 personas –90.000 de ellas en Catalunya– que han sido abandonada­s por la administra­ción pública, que se muestra incapaz de materializ­ar el cumplimien­to de la ley. Los retrasos son tan escandalos­os que muchas personas dependient­es mueren antes de recibir la ayuda que les correspond­e. Se calcula que han sido más de 125.000 los que han fallecido en los últimos cuatro años sin llegar a recibir las prestacion­es o servicios a los que tenían derecho.

Las demandas de asistencia y su coste, a causa de una población cada vez más longeva, han superado con creces las previsione­s que se plantearon cuando se concibió la ley, que salió a la luz con un gran consenso político pero sin la necesaria memoria económica y sin la correcta definición de sus fuentes de financiaci­ón. Es cierto, pese a todo, que entre antes y después de la entrada en vigor de la citada ley se ha registrado un importante avance en materia de asistencia social, ya que gracias a ella actualment­e son más de 850.000 las personas que reciben una prestación por dependenci­a. Ha sido un gran paso, pero es todavía insuficien­te para atender las elevadas necesidade­s que existen.

El objetivo debe ser incrementa­r los esfuerzos de la Administra­ción y poner los recursos humanos y económicos necesarios para cumplir lo establecid­o en la norma legal y dentro de los plazos previstos. No hacerlo es frustrar las expectativ­as del sector más frágil de la población y eso es de una enorme crueldad.

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