Bosque adentro

Una vez publiqué un cuento. Me inventé que Aranda, pastor de ovejas, había vuelto de las montañas para cobijarse en el refugio de La Renclusa (por cierto, el lugar existe: está en el valle de Benasque). Que el pastor había desaparecido en la noche, y que un montón de lugareños habían salido a buscarle. En vano. Y que así entonces se había alumbrado una maldición: Aranda se había convertido en un fantasma, y quien se lo encontraba en el monte se volvía piedra, como con Medusa.

Estuve desafortunado. Le conté el invento a mi hija Julia, que tiene cinco años, y ella se lo tomó a pecho. Aún le tiene miedo al bosque.

–¿No se me llevará el pastor Aranda...? –me pregunta.

En ocasiones nos gusta bajar de la Cerdanya por la collada de Toses.

Es cierto: hay curvas. Muchas. Y a veces hay que parar. Julia piensa en el pastor Aranda y dice que se marea. Hay que encender las cuatro luces e improvisar un parón en el arcén...

A mitad del descenso, en un lugar en forma de Y griega, te recibe Ribes de Freser. Se ve muy claro en el mapa: en el corazón de la villa se unen tres ríos. El Rigard y el Segadell acaban canalizándose en el Freser, que baja por el centro. Con ese nombre sigue corriendo hacia abajo, hacia Ripoll.

–Ribes de Freser tiene unas características extrañas. Es alargado, rodeado de montañas. Como si estuviera en el fondo de un agujero. Hace frío: casi nunca nos toca el sol. Vivimos un clima de alta montaña.

Esto lo cuenta David Torrecillas, que regenta el Gusi, un bar a pie de carretera, en paralelo al Freser.

Me gusta detenerme en el Gusi

Me gusta parar en el bar Gusi porque David prepara buenos bocadillos de tortilla y porque es refugio de deportistas

porque conserva el aroma de los sesenta, porque David prepara buenos bocadillos de tortilla a un precio razonable y porque el lugar es refugio de deportistas.

Antes lo visitaba Kilian Jornet. Descendía de la Cerdanya, tomaba el Gusi como punto de partida y se perdía durante horas bosque adentro.

–Desde Ribes de Freser lo puedes hacer todo –dice David.

Llanear, subir, descender, esfumarte durante horas en la montaña, como el pastor Aranda.

Me imagino a Jornet yendo y viniendo del Gusi, buscando el refugio en los días oscuros y volviendo ahí fuera con la bonanza, tras haberse bajado su bocadillo de tortilla y su bebida energética.

–¿Y nunca te lleva contigo? –le pregunto a David.

–Me ha invitado en alguna ocasión. Pero no le quiero entorpecer el paso. Kilian Jornet come aparte.

Para algunos rivales, Jornet es el pastor Aranda. Quien se lo encuentra se queda de piedra.