La pugna interna dispara la participación en Podemos
La consulta de la votación en Vistalegre suma 100.000 votos
Podemos anuncia hoy cuál es la metodología de votación ganadora para el congreso de Vistalegre 2, el próximo febrero, pero lo que ya es noticia es la participación de sus bases, casi cien mil votos –99.162 para ser precisos–, asombrosa si consideramos que en la consulta no se elegían proyectos políticos ni nombres para la futura estructura del partido sino sólo cuál será la metodología de votación de la asamblea estatal de febrero y si documentos políticos y liderazgos aparecerán vinculados o no.
La altísima participación revela que la tensión, la real y la aparente, entre los números uno y dos del partido, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, ha logrado movilizar a las bases de la formación en una consulta que será interpretada como una antesala y una toma de contacto entre las distintas corrientes de la formación morada.
La participación, a la vez, multiplica las implicaciones de esta llamada a las bases. Para dar una idea de lo que supone, han votado más de dos tercios de los que participaron cuando se trataba de decidir sobre la confluencia con IU, o cuando se cuestionó a la militancia sobre la conveniencia de confluir con PSOE y Ciudadanos –dos cuestiones de altísimas implicaciones políticas, a diferencia de la de hoy–, lo que revela que las bases de la organización morada siguen plenamente movilizadas. Pero también y sobre todo, puede afectar al modo en que las tres familiar principales, anticapitalistas, errejonistas y el sector oficial –al que el común llama pablistas y el Pablo Echenique, el secretario de organización, llama podemistas– encaran la asamblea del próximo febrero. En cierto sentido, y para algunas fuentes de dentro de la organización, la presente votación supone una pelota de partido para el errejonismo, toda vez que, tras los resultados de las primarias autonómicas, una derrota laminaría de forma casi definitiva sus aspiraciones ante una asamblea en la que, no contando con un candidato a secretario general, sólo pueden aspirar a incidir en la línea política que haya de seguir el líder indiscutido, Pablo Iglesias.
Por el contrario, si los seguidores del número dos y portavoz parlamentario, Íñigo Errejón, cosecharan un triunfo, amén de lo obvio –es decir, disponer de un sistema de votación de proporcionalidad pura que, en principio, beneficia a sus intereses en la conformación del próximo Consejo Ciudadano Estatal–, podrían aspirar a imponer una agenda política, en forma de documentos, en la asamblea de Vistalegre 2. La diferencia con la posición de Pablo Iglesias es que, al margen del sistema de votación, para el líder de Podemos esta bola no supone jugarse el partido, toda vez que siempre contaría con el proceso de Vistalegre para intentar imponer sus tesis, aun cuando su opción, llamada Desborda, hoy no resultara ganadora.
La situación es tal que una derrota de la corriente errejonista –y no digamos su eventual tercer puesto, tras los anticapitalistas– empujaría al número dos de Podemos a abrir una negociación con el sector del secretario general, lo que alumbraría un Vistalegre de inopinada pax romana.
Para los seguidores de Errejón esta votación es muy importante tras las derrotas en las primarias regionales