Muy malos tiempos
Gregorio Morán escribe: “Los imperios caen lentamente, tanto que apenas si se dan cuenta los protagonistas. Un análisis pormenorizado de la Administración estadounidense nos llevaría tan lejos que, además de ser una colección de vaqueros insaciables, resultó quizá el ejército imperial más incompetente que pisó la Tierra desde la guerra de Vietnam”.
La manipulación informativa no tiene precedentes desde la invasión de la cubana Playa Girón, o Guatemala o Panamá. ¿Nadie se acuerda ya del incidente del golfo de Tonkín, donde la Armada estadounidense se disparó a sí misma y alegó una agresión vietnamita que dio comienzo a la invasión? Pero todo ha cambiado, ahora resulta que uno de los ejércitos más torpes y criminales, las fuerzas armadas de EE.UU., responsable de la invasión de Irak y buena parte del Oriente en guerra, pagado a precio de EE.UU., lo atribuye a una operación de Putin para neutralizar la zona y ampliar su territorio de influencia. ¡Si la guerra la han comenzado ustedes y la han ido perdiendo día tras día, lo lógico es que su adversario se aproveche! Las matanzas no tienen madres, sólo padres que se aprovechan de la ingenuidad de sus hijos.
La decadencia operativa de Estados Unidos está bajo mínimos y a esos talentos salidos de las universidades de élite no se les ocurre otra idea que la responsabilidad de Putin; como si volviéramos a la guerra fría. Los rusos, cuando aún se llamaban soviéticos, ocuparon Afganistán a petición de un gobierno fantoche y tuvieron que salir corriendo porque aquello se estaba convirtiendo en una sangría. Siento hacia Putin un desprecio absoluto, pero echarle la culpa de la invasión de Irak es como uno de aquellos chistes rusos, de escasa gracia, de la época de Brézhnev.
Se acabó el imperio gringo; lo quemaron en la estafa y el latrocinio y la impunidad. Yo jamás hubiera votado a esa señorita cursi y mentirosa, por buen nombre Hillary Clinton. Pero me lo ponen difícil si compite con el nuevo embajador en Israel, David Friedman, partidario de romper la ambición mejor guardada de la política racista del sionismo, poner la embajada estadounidense en Jerusalén. Una provocación no sólo al mundo palestino sino al conjunto de la sociedad árabe. A partir sólo de esta decisión gubernamental estaríamos enfrentándonos a toda esa hojarasca, tan usada en la manipulación reciente de los socios que quieren dominar el mundo. Decir que un tipo como Donald Trump está emulando viejas historias del pacto germano-soviético no es más que una estupidez. Dijera lo que dijera Marx de que la historia se repetía como farsa, es demasiado, porque aquí se están jugando intereses contradictorios. Por una parte, barrer Cisjordania y a los palestinos, por otra, mantener una estrategia que no rompa con ese particular tejido de intereses entre determinados países árabes –Siria por ejemplo– y los palestinos por añadidura. Colocar a un embajador que odia literalmente a los palestinos será una fuente de conflictos armados. Por eso, decir que Trump es el socio favorito de Putin es más que una estupidez; es haber perdido los papeles en la manipulación de quien no entiende nada de nada que no venga avalado por ese imperio que se cae a pedazos.
Los imperios caen lentamente, tanto que apenas si se dan cuenta los protagonistas. Un análisis pormenorizado de la Administración estadounidense nos llevaría tan lejos que, además de ser una colección de vaqueros insaciables, resultó quizá el ejército imperial más incompetente que pisó la Tierra desde la guerra de Vietnam. O sea que la tropa más sofisticada de la Tierra ha de echar la culpa a las potencias que les han puesto contra las cuerdas, y ni siquiera les queda el manojo de las pequeñas glorias del pasado. La lenta muerte del imperio estadounidense, dirigido a partir de ahora por un temerario deficiente mental, con talento para los negocios.
Lo ocurrido en Siria pasará a la historia. ¿Qué carajo hacían allí las tropas norteamericanas y sus mercenarios para defender a un ejército “irregular”, cuya primera misión era echarlos de allí y cortarles la cabeza en el buen nombre de Alá, el todopoderoso? Hagan un repaso al nuevo Gobierno Trump y se darán cuenta de que ya no pintamos nada y lo que es más grave: ellos muy poco. La fuga de hombres, mujeres o niños está basada en la mayor mentira del ejército norteamericano y sus aliados. Ellos eran aliados de los muyahidines, y mientras la cosa fue bien, eran tratados a pan y mantel. Pero el mundo ha cambiado, Rusia es de nuevo una potencia, China otra, e Irán está en trance de serlo. Se acabó aquello de repartirse los territorios como si fuera un juego.
La desaparición real de la socialdemocracia europea, sumada a la desaparición de la clase obrera y la aparición de unas clases subalternas, plantea algo insólito. Han ido desapareciendo los obreros y su lugar lo ocupa su equivalencia, la clase media tecnológica, con trabajo cada vez más precario y más sofisticado. Se podría decir que ha nacido la clase obrera tecnológica, cuyo único problema es que a ninguno de esos chicos formados, educados, soberbios, seguros de sí mismos e incapaces de reconocer que cobran una mierda y que no tienen sindicatos ni nada que pueda defenderles de la explotación (serían despedidos al primer intento) puede cabarles en la cabeza. Igual que su padre o su abuelo de Madrigal de las Altas Torres, digamos por poner un ejemplo de altura, considerarían una ofensa que alguien les considerara obreros. Lo son, pero no lo asumirán nunca. Demasiado estudio y esfuerzo para acabar volviendo a la terminología de sus padres. Mientras no asuman su condición de asalariados, sin sindicatos ni derecho de protesta, jamás pasarán de ser, siento decirlo así, unos trepas en el escalafón de la tecnología.
Una época ha terminado y eso afectará a los partidos animados a la guerra y a la humillación del contrario. ¿Qué son los ordenadores, esas sofisticadas máquinas que manejan jóvenes con una alta conciencia de su responsabilidad como ciudadanos? O sea, ¡que los rusos y los chinos han pirateado materiales de alta sensibilidad en poder de los norteamericanos! Y ese cínico, con cara de bueno, Barack Obama, se indigna y poco menos que lo considera un casus belli. ¡Pero si llevan ustedes haciéndolo desde hace décadas en la impunidad más absoluta!
Una época ha terminado y el poder se niega a admitirlo, quizá por eso escogieron al presidente más tonto de Estados Unidos. Ya empezarán a manipularle o saldrá de rositas. Fíjense si las cosas habrán llegado lejos, que gracias a una brillante página de Lluís Amiguet, en este periódico, he descubierto que uno de los gurús de la nueva era Trump se llama Steve Banon, estratega jefe de la Casa Blanca y editor de una plataforma de noticias Breitbart News. Un manipulador profesional que ha conseguido el invento más audaz de esta nueva época. La “posverdad”. Habrá que volver a tal hallazgo con detenimiento.
El mundo ha cambiado, Rusia es de nuevo una potencia, China otra, e Irán está en trance de serlo