Geopolítica en la era del ‘big data’
La última entrega de ‘Vanguardia Dossier’ analiza el nuevo orden mundial en manos de los grandes gigantes de internet
El domingo 4 de diciembre Edgar Maddison Welch, un estadounidense de 28 años, irrumpió en la pizzería Comet Ping Pong de Washington con un rifle de asalto AR-15 y empezó a disparar con la intención de matar a sus empleados. Después explicó a la policía que pretendía investigar por su cuenta el pizzagate, la teoría de la conspiración que relacionaba a Hillary y Bill Clinton con una supuesta trama de pederastia en el sótano del restaurante.
El bulo, que corrió como la pólvora en las redes sociales, era sólo una de las miles de noticias falsas que leyeron millones de potenciales electores durante la campaña americana. El 38% de las noticias que colocaron los partidarios del magnate en Facebook eran falsedades. Trump invirtió 56 millones de dólares en propaganda en la red social, casi tanto como en televisión. La explosión era inevitable: el 44% de los estadounidenses se informa por Facebook, con más de 1.590 millones de usuarios activos, cinco veces los habitantes de EE.UU.
El gigante de Mark Zuckerberg sabe qué interesa a todos estos millones de personas, o potenciales compradores. Su enorme influencia, junto al resto de las diez enormes empresas de Silicon Valley cuyo negocio consiste en utilizar y vender datos recopilados en internet, es el objeto de estudio de la última entrega de Vanguardia Dossier, que dedica su edición de enero del 2017 a analizar el nuevo orden mundial en manos de unos cuantos emprendedores de San Francisco. Allí un puñado de empresas (Alphabet –Google–, el mismo Facebook, Apple, Microsoft, Amazon, AT&T, Verizon, Comcast...) dominan y se reparten el big data, los datos masivos que les entregan usuarios de todo el mundo.
El número incluye firmas como la del exembajador británico Tom Fletcher, que los define como los nuevos emperadores del mundo; el editor jefe de The Economist, Kenneth Cukier, que cuenta cómo los opacos macrodatos transformarán nuestro estilo de vida, o el catedrático Manuel Castells, que explica cómo toda la comunicación que elaboramos deja una huella digital incompatible con la privacidad.
“El mundo de la información tiene su propia economía. Si usted sabe una cosa de una persona, no tiene casi nada. Si se sabe una cosa de casi todas las personas o casi todo de una persona, tiene poco. Pero si lo sabe casi todo sobre casi todas las personas, tiene un valor incalculable”, afirman los investigadores Anna Bernasek y D.T. Mongan.
El nuevo mundo está en manos de estas pocas empresas, la mayoría nacidas en el mismo rincón de California. Como apunta Mikkel Flyverbom en el Dossier, sólo una de las 20 firmas más importantes de internet es europea. China cuenta con su ecosistema digital. La revolución del big data tiene su propia geopolítica.
“La información tiene su propia economía: si se sabe casi todo de casi todas las personas, tiene un valor incalculable”