“Pensé que celebraría las fiestas con mis nuevos amigos, pero...”
La gente se reúne, brinda por doquier, se dicen que se quieren mucho. Y la arquitecta colombiana Karen Hassidoff, de 36 años, apaga el DVD, se acurruca entre sus cobijas, reflexiona sobre lo que está haciendo con su vida. Feliz Navidad. Para algunos corren días de introspección, de estar con uno mismo, de hacer balance sobre sus propias decisiones. A lo mejor todo esto fue un error. Karen llegó a Barcelona hace dos meses y medio. En Bogotá tenía trabajo, tenía casa, tenía novio… y muchas ganas de cambiar de vida. Algo no funcionaba desde hacía tiempo. Quizás por ello estaba ahorrando… De modo que lo dejó todo. Sí, haciendo las maletas pensó que pasaría las Navidades lejos de su casa, pero en ese momento no le dio mucha importancia. Pensó que celebraría las fiestas con sus nuevos amigos catalanes, en su nuevo círculo social. Pensó que si no encontraba su lugar en Barcelona podría probar luego en Francia. Ya vivió cuatro años en Francia, pero los franceses se le antojaron demasiado rígidos. “Aquí en Barcelona la gente es agradable, pero cuesta intimar con ellos, y estos días pues cada uno los pasa con los suyos”. Ahora Karen recuerda el lomo al trapo, un lomo que envuelves en un trapo y metes en la chimenea. Recuerda salir con su madre a la calle, cargar con una bolsa llena de ropa y juguetes para repartir entre los necesitados que se encontraban. Recuerda los coros cantando de modo espontáneo en cada plaza, las barrocas decoraciones de los escaparates de los comercios, las luces de Navidad de mil colores todopoderosas deslumbrando a los peatones… “En Bogotá, en Colombia –explica–, la gente pone los árboles de Navidad junto a las ventanas de sus casas, para que la gente que pasa por la calle pueda verlos, como si les hicieran un pequeño regalo. A mí siempre me gustó ese pequeño detalle, esa manera de colarte en las casas de los demás, en las vidas de las personas que no conoces. De repente te sorprendes a ti misma echando de menos esos pequeños detalles. Aquí todo es mucho más parco, como las luces de Navidad, que son más blancas, más sobrias, más elegantes… ¡en Bogotá empiezan a decorar las principales avenidas en octubre!”. Suspiro. “Los catalanes dicen que en Barcelona la cosa esta muy mal, sobre todo para los arquitectos, que los arquitectos están pasando una mala racha que parece que nunca se termina… De todas formas, a pesar de todo, voy a intentarlo, voy a intentar quedarme en Barcelona. Veremos lo que pasa las próximas Navidades”.
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