Turquía amenaza al EI, que se atribuye el ataque
La policía tiene pistas sobre las huellas del sospechoso y su aspecto
Turquía anunció ayer que proseguirá su ofensiva militar en el norte de Siria, pese a los atentados como el sufrido la pasada Nochevieja. El Estado Islámico se atribuyó ayer el ataque en la discoteca Reina de Estambul, en el que murieron 39 personas. La policía ha detenido a una docena de sospechosos, pero aún no al autor de la masacre, que sigue fugado. Algunas pistas apuntan incluso a que podría proceder de China (la minoría uigur está emparentada con los turcos).
Turquía sigue “determinada” a continuar su ofensiva militar contra el terrorismo en el norte de Siria, también después del ataque en el club Reina, reivindicado ayer por el Estado Islámico (EI). Según el portavoz del Gobierno turco, Numan Kurtulmus, el atentado que causó 39 muertos es “un mensaje destinado a las operaciones exteriores, empezando por la operación Éufrates”.
El mensaje es claro: el presidente Recep Tayyip Erdogan no dejará que los continuos atentados cuestionen, al menos públicamente, sus planes militares en Siria para frenar al EI, pero sobre todo a las milicias kurdas, que amenazan con crear su propio Estado. “Turquía seguirá con las operaciones mientras el terrorismo represente una amenaza”, declaró el portavoz, que también es el viceprimer ministro. Según el ministro de Defensa, Fikri Isik, hasta el momento Ankara ha matado a 9.500 yihadistas. La semana pasada, Erdogan apoyó a Putin en el anuncio de un alto el fuego para poner fin al conflicto sirio. Turquía también es miembro de la OTAN y parte de la coalición internacional contra el EI liderada por Estados Unidos.
Ayer en Telegram –un servicio de mensajería instantánea– varios seguidores yihadistas compartían fotografías y vídeos de la muerte y destrucción a manos de aviones turcos en Al Bab, un bastión del EI al nordeste de Alepo, para justificar el atentado. Allí los rebeldes sirios, con la ayuda del ejército turco, intentan desde hace semanas expulsar a los yihadistas. En la misma noche del domingo al lunes aviones turcos y rusos bombardearon posiciones yihadistas en Al Bab. El grupo amenazó con represalias por esta intervención y su líder, Abu Bakr al Bagdadi, había hecho un llamamiento a que sus seguidores “desataran el fuego de su ira” y llevasen la batalla a tierras turcas.
Como ya es costumbre, fueron las redes sociales las que dieron el mensaje de que el EI había reivindicado el atentado. Sin embargo, se trata de la primera ocasión en que el grupo terrorista reclama abiertamente un ataque en Turquía. Aunque las autoridades turcas ya le han atribuido otras masacres recientes –como la del aeropuerto internacional Atatürk, en que tres suicidas asesinaron a 41 personas; o la de la plaza Sultanahmet, con 12 turistas muertos– nunca hasta ahora había sido el mismo Estado Islámico quien reclamase la autoría.
En un comunicado, la organización indicó que “uno de los soldados del califato” perpetró el ataque al Reina, uno de los clubs más exclusivos de la ciudad –probablemente el más caro– y al que describió como un punto de reunión para los cristianos que celebran su “fiesta apóstata”. La acción buscaba continuar con “las sagradas operaciones contra la protectora de la cruz”, pese a que casi todos los turcos (el 97%) son musulmanes y la mayoría de las víctimas de la masacre que no eran turcas provenían de países de Oriente Medio o del Magreb.
En las redes sociales algunas cuentas radicales turcas llegaron a cuestionar el consumo de alcohol en la discoteca y a celebrar el atentado con bases religiosas, ante lo que la Asociación de Abogados de Turquía interpuso una denuncia para pedir una investigación. La reclamación también incluye a un director de escuela que prohibió las celebraciones de Nochevieja, a los responsables de protestas o carteles llamando a la violencia contra Papá Noel, así como un periódico
La policía trata de identificar al sospechoso con imágenes de vídeos y sus huellas dactilares
que publicó titulares amenazadores. El portavoz del Gobierno también explicó que, pese a que el autor del atentado sigue huido, la policía tiene pistas relativas a sus huellas dactilares y apariencia, y lo esperan identificar pronto. Sin embargo, asumen que será una operación complicada. “Vamos a entrar rápidamente en el proceso de identificación”, agregó Kurtulmus.
Según la prensa turca, las fuerzas de seguridad creen que el atacante es un hombre de unos 25 años con aspecto oriental que podría ser oriundo del noroeste de China –en la región de Xinjiang existe una minoría étnica, los uigures, emparentados con los turcos–, aunque también investigan células del EI procedentes de Uzbekistán y Kirguizistán, así como ramas turcas del grupo.
Al parecer podría estar relacionado con la célula que en julio cometió un triple atentado suicida en el aeropuerto Atatürk de Estambul y dejó 41 muertos.
La policía también detuvo ayer a doce personas por su presunta implicación en el ataque, informó la agencia progubernamental Anadolu. Fueron trasladados a la sede central de la policía de Estambul, pese a que el gran dispositivo de seguridad que tenían desplegado las fuerzas de seguridad de la ciudad no fue suficiente para evitar la masacre. El propietario del club Reina, Mehmet Kocarslan, aseguró que en las dos últimas semanas se habían tomado “medidas de seguridad extraordinarias” a lo largo de la costa del Bósforo, con policías de guardia durante las 24 horas.
Se cree que el atacante tomó un taxi en el barrio de Zeytinburnu, al sur de Estambul, y que debido al intenso tráfico se bajó y caminó cuatro minutos hasta la entrada de la discoteca. Posteriormente sacó un fusil kaláshnikov de una maleta y abrió fuego contra los que estaban en la puerta. Otro vigilante, que se encontraba dentro, confesó que se escapó al oír los tiros. “No vi qué vestía el atacante. Oí tiros de un arma automática. Salimos corriendo, qué íbamos a hacer”, dijo Emrah Altun a los medios de comunicación turcos.
Una vez dentro del recinto, el terrorista lanzó dos granadas de mano, dijo el diario Habertürk sin citar sus fuentes. El medio aseguró que seis cargadores vacíos fueron hallados en el lugar de la masacre y que el atacante disparó al menos 180 balas en siete minutos. Las autopsias indican que sabía lo que hacía: la mayor parte de las víctimas recibieron disparos directamente en la cabeza. Ayer las familias de las víctimas esperaban recuperar los cuerpos de sus allegados para enterrarlos lo antes posible, tal y como dicta la tradición musulmana.