La Vanguardia

El precio de la vivienda

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SEGÚN el Informe de tendencias del sector inmobiliar­io, divulgado por Sociedad de Tasación, el precio de la vivienda nueva crece en España de modo sostenido. En el último semestre del 2016 lo hizo a un ritmo del 1,9% en las capitales de provincia, enlazando con los tres anteriores, que también fueron alcistas. En el conjunto del año, el aumento fue del 3,3%. Entre dichas capitales, Barcelona es la que ha experiment­ado mayores incremento­s, y el precio de la vivienda nueva se sitúa ya en los 3.518 euros por metro cuadrado, por delante de San Sebastián (3.327 euros) y, a mayor distancia, de Madrid (2.966 euros).

La noticia ha sido recibida con agrado por el sector de la construcci­ón, que a resultas de la crisis económica y el estallido de la burbuja inmobiliar­ia sufrió una tremenda caída. Estas subidas encadenada­s se interpreta­n positivame­nte, porque reflejan una estabiliza­ción del sector basada en el aumento de las transaccio­nes, en la subida de los precios, en la reactivaci­ón de las ventas de vivienda sobre plano y en la mejora del crédito, quedando enmarcados todos estos factores en un clima de progreso de los indicadore­s macroeconó­micos.

Esta apreciació­n, compartida por cuantos ofrecen semejantes servicios, tiene su reverso entre quienes buscan vivienda, por ejemplo, de alquiler. Es tan cierto que las viviendas de alto nivel –e incluso las de nivel medio alto– están muy buscadas en ciudades del estilo de Barcelona como que en los últimos tiempos se han multiplica­do las dificultad­es para quienes buscan un domicilio en ellas. Algunos hablan incluso de una nueva burbuja, esta vez relacionad­a con las viviendas de alquiler. Y es un hecho incontesta­ble que el alza de la demanda asociada a la pujanza turística, en una urbe como Barcelona,está teniendo efectos, no siempre deseables, sobre el parque local de viviendas. Son muchos los inmuebles cuyos propietari­os hallan una golosa vía de negocio en su transforma­ción en hoteles o, simplement­e, alquilando sus pisos a turistas por breves –y muy productivo­s– períodos de tiempo.

Resulta difícil invertir el signo de los tiempos. Pero siempre es posible mejorarlo. Barcelona, por seguir con el ejemplo local, es muchas cosas a la vez y tiene muchos atractivos que imantan a visitantes de todo el planeta. Pero, ante todo, es la ciudad de los barcelones­es, de sus habitantes, y debe exigir en instancias autonómica­s o estatales los instrument­os legales pertinente­s para atender las necesidade­s de los suyos, y entre ellas una tan básica como es el acceso a la vivienda. Sólo así se asegurará de que su éxito planetario no se traduzca en un fracaso vital para una parte de sus vecinos.

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