La crisis del agua de Damasco pone en peligro el alto el fuego en Siria
Las milicias y el régimen se acusan mutuamente de cortar el suministro a la capital
Diez grupos rebeldes rehúsan seguir el diálogo para negociar la paz como proponen Rusia y Turquía
Una decena de grupos rebeldes sirios ha denunciado la violación por parte de las fuerzas del Gobierno del alto el fuego acordado el pasado sábado y rehúsa mantener conversaciones con vistas a la negociación de paz prevista para finales de enero en Astaná (Kazajistán) bajo supervisión de Rusia y Turquía.
Según las milicias rebeldes –entre ellas el Ejército del Islam, Ahrar al Sham y el Ejército Libre Sirio– “el régimen y sus aliados no han dejado de disparar y de cometer graves y frecuentes violaciones” del alto el fuego, “sobre todo en las regiones de Uadi Barada y el este de Guta”, cerca de Damasco.
El valle de Barada, a unos 16 kilómetros al noroeste de la capital siria, es un punto excepcionalmente conflictivo, ya que alberga un manantial que suministra agua a unos cinco millones de personas en Damasco y su entorno rural. El valle está sitiado desde mediados del 2015 por las fuerzas del Gobierno sirio y del Hizbulah libanés, que han estrechado el asedio durante el mes de diciembre, con ataques aéreos y lanzamiento de cohetes.
En los últimos días, y a pesar del alto el fuego decretado en todo el país, los combates se han recrudecido en torno al manantial de Ain al Fiye, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El Gobierno y los rebeldes se acusan mutuamente de haber destruido la planta procesadora de agua. Damasco acusa a las milicias de haberla atacado y permitir que se filtrara gasóleo y se contaminara el agua, lo que obligó a cortar el suministro a la capital. Los rebeldes aseguran que la planta fue objetivo de un ataque aéreo.
La noche del lunes, un consejo de médicos y de la defensa civil de Uadi Barada pidieron en un comunicado que las Naciones Unidas y la Cruz Roja acudan a Ain al Fiyeh para documentar lo ocurrido y restablecer el suministro de agua a Damasco. Y que al mismo tiempo se aplique el alto el fuego en el valle y se permita el acceso de víveres, medicinas y material de construcción. Las organizaciones de la sociedad civil reiteraron las obligaciones derivadas de la resolución 2336, emitida por el Consejo de Seguridad de la ONU el 31 de diciembre.
Según la ONU, al menos cuatro millones de personas en Damasco permanecen sin agua corriente desde el 22 de diciembre. El suministro es de solamente tres horas al día, dijeron residentes de la capital siria citados por la BBC.
La crisis del agua puede dar la traste no sólo con el alto el fuego pactado entre Rusia –que apoya al régimen– y Turquía –que apoya a los rebeldes–, sino con las negociaciones previstas para la segunda mitad de enero en Astaná, de las que son garantes Rusia, Turquía e Irán pero con participación abierta a Estados Unidos, a decir de Moscú. Este plan recibió el apoyo del Consejo de Seguridad a pesar de que discurre al margen del reiteradamente fallido proceso negociador auspiciado por la ONU, que debe ser reemprendido a mediados de febrero en Ginebra.