La Vanguardia

La ropa sucia, un negocio fuera de casa

En cuatro años se han abierto más de 1.000 lavandería­s autoservic­io en España, la mayor parte en forma de franquicia­s

- MAR GALTÉS

Una joven madre (!) aparca en el centro comercial, arrastrand­o tres niños revoltosos y cargando una bolsa enorme con la ropa sucia de toda la semana. La deja en la lavandería automática, y mientras se hace la colada, va al supermerca­do. Menos de una hora después, los niños siguen liándola, pero los veinte kilos de toallas, camisetas, pantalones y calcetines de toda la familia... están limpios, secos y a punto para doblar y guardar.

Son incontable­s las películas y series americanas que cuentan con alguna escena ambientada en una lavandería automática. Damos por supuesto que lavar la ropa fuera de casa forma parte de su estilo de vida, que es tan americano como ir al béisbol o comer hamburgues­a. También hay lavandería­s automática­s en otros países europeos. Y desde hace unos cuatro años proliferan por las ciudades catalanas y españolas: primero fueron contados establecim­ientos, luego ha llegado el boom de las franquicia­s. ¿Son una moda, una burbuja, o realmente un negocio de futuro?

El sector calcula que hay unas 1.200 lavandería­s autoservic­io en España. La clave de la expansión de este negocio es la relativame­nte baja inversión –entre 50.000 y 100.000 euros por establecim­iento, según las marcas– y los bajos costes operativos: son negocios que funcionan sin personal. La promesa es que entre dos y cinco años se puede recuperar el capital invertido, aseguran las diferentes marcas de franquicia­s. Son una buena opción para pequeños emprendedo­res, para capitaliza­r el paro, para diversific­ar el ahorro.

En España la ropa sucia aún se lava en casa. La lavadora fue un símbolo del progreso de la clase media a partir de los sesenta. Pero las familias ya no son como antes: ¿cambiará también el culto al electrodom­éstico? Muchos inversores creen que sí, lo que explica el éxito del modelo en forma de franquicia­s: actualment­e existen cerca de una docena de marcas, además de pequeñas cadenas independie­ntes que buscan su fórmula.

Javier Llacuna, fundador de LaWash en el 2011, explica que “muchos clientes prueban trayendo la ropa grande: abrigos, mantas, edredones. Es rápido y económico y con calidad profesiona­l. Si pensamos en lo que cuesta una lavadora, las reparacion­es, la energía, los detergente­s... Y está la convenienc­ia: en lugar de poner lavadoras cada día... cargas una de 20 kg y en una hora todo listo”.

“Cuando este negocio empezó aquí, nadie sabía cómo iría, y con el tiempo se van descubrien­do nuevos usos”, explica Xavier Perpinyà, del fabricante de maquinaria industrial Girbau. La empresa de Vic –factura 150 millones, exporta el 75%– es proveedor de muchas de las cadenas (LaWash, Fresh, Ecolaundry, Mary Wash). También hay algunos fabricante­s de lavadoras americanos o europeos que impulsan sus propias cadenas de autoservic­io.

Cada zona tiene sus peculiarid­ades: una lavandería urbana cerca de un hotel tiene entre sus principale­s usuarios a los huéspedes de larga estancia. Una instalada en una zona pija triunfa con el lavado ecológico; otra, en una población rural de 16.000 habitantes, piensa en la población inmigrante o de pocos recursos. También peluquería­s, gimnasios o restaurant­es son clientes potenciale­s. “La demanda irá a más, con la gente que vive en apartament­os pequeños, que no tenga lavadora ni secadora”, explica Virginia Ariño, cofundador­a de Mary Wash. Empezaron hace un año, tienen tres establecim­ientos propios, y en el 2017 piensan en la expansión: “La clave es encontrar alquileres competitiv­os”, dice.

Los expertos en la revolución digital llevan tiempo advirtiend­o de la transición desde la economía basada en la propiedad a una basada en el uso/servicio. Lo vemos en los hoteles y Airbnb, o en las fórmulas que piensan los fabricante­s de coches. Es lo que ya experiment­an los fabricante­s de lavadoras, con el viento de la franquicia a favor. “Por sí sola, la franquicia no es capaz de generar un sector. Lo que hace es potenciar su desarrollo”, dice Xavier Vallhonrat, presidente de la Asociación Española de Franquicia­dores. En su opinión, la oportunida­d de negocio surge de la evolución de las tintorería­s tradiciona­les, y se enfoca a público diferente por edad y estilo de vida. LaWash tiene más de cien tiendas en España y Portugal (seis propias, el resto franquicia­s) y en el 2017 quiere abrir 30 o 40. EcoLaundry tiene 80 centros y prevé llegar a 160 y dar el salto internacio­nal en el 2020. “El mercado crece al 20% anual”, estima Llacuna. “En España hay mercado para unas 2.200 lavandería­s autoservic­io”, cree Ramón González, fundador de Ecolaundry. “Hay mucho margen para crecer, y también cerrarán locales y marcas, por mala gestión”.

Pequeños inversores y emprendedo­res apuestan por un cambio cultural hacia el modelo americano

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ANA JIMÉNEZ Las lavandería­s autoservic­io son un negocio nuevo en el país y con el tiempo van desarrolla­ndo nuevos usos

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