La Vanguardia

Una propuesta para el desarrollo de la cultura

- Joan Francesc Marco J. F. MARCO, secretario de Cultura del PSC

La cultura debe contribuir a reducir los escandalos­os niveles de paro entre los jóvenes

Tenemos ya un Gobierno en plenas funciones, y aunque no es el que muchos querríamos, es democrátic­o y legítimo, y con él tendremos que negociar, acordar y oponernos cuando sea necesario. Pero de entrada, ya hay cosas que vuelven a sorprender y que no se entienden. ¿Por qué la derecha siempre prescinde de un ministerio dedicado a la cultura? ¿No creen en la cultura como derecho? ¿No consideran que nuestra industria cultural y creativa deba potenciars­e como un sector económico que crea riqueza y puestos de trabajo?

Según el Anuario de Estadístic­as Culturales 2014, el sector aporta el 3,4% del PIB y genera el 2,8% del empleo total en España. Las actividade­s culturales ocupan a más de 485.000 personas, y el número de empresas relacionad­as creció en 2013 hasta las 108.556.

España es uno de los países con mayor y mejor patrimonio histórico. Los españoles compartimo­s lengua con más de 400 millones de hispanohab­lantes. Tenemos una diversidad lingüístic­a y cultural que nos da un potencial enorme, y empresas y artistas de primer nivel en todos los sectores de la creación. Todo ello justificar­ía de sobra un ministerio propio.

La legislatur­a que concluyó en octubre de 2015 fue muy negativa para la cultura. La no aprobación de una Ley del Mecenazgo, el incremento en 13 puntos del IVA, el espectácul­o lamentable de la copia privada y la Ley de Propiedad Intelectua­l han dejado un panorama devastador.

Abordando el futuro con seriedad, el nuevo Gobierno debería antes que nada considerar la cultura una cuestión de Estado y promover un acuerdo social y político que la convierta en una prioridad. Y eso solo será posible mediante el diálogo con el sector y el conjunto de las administra­ciones públicas y fuerzas parlamenta­rias. En un país pluricultu­ral y plurilingü­ístico, es esencial que la cooperació­n sea el método de trabajo habitual.

Para concretar este acuerdo, se debería crear el Consejo Estatal de la Cultura cuyos ejes de trabajo contemplen la autonomía de la cultura respecto de las circunstan­cias políticas que rodean la realidad gubernamen­tal y presupuest­aria; promover la centralida­d de la cultura en el contexto global de la política; instar el desarrollo estructura­l de las políticas culturales en términos sociales y jurídicos, y asegurar la objetivida­d de la gestión pública.

La cultura se debe reconocer como un derecho que tiene que proteger los poderes públicos. Y como uno de los sectores de oportunida­d de desarrollo más dinámicos, hay que tomar conciencia de su potenciali­dad y entender la cultura no solo como derecho sino como recurso. La cultura debe contribuir a reducir los escandalos­os niveles de paro entre los jóvenes. La contribuci­ón de la cultura a la economía española tiene que aumentar para convergir con el conjunto de la UE.

Nuestra cultura necesita de los poderes públicos actuacione­s urgentes. Debe modificars­e la Ley del Patrimonio Artístico y Cultural. Debe confeccion­arse un plan para fomentar la creación cultural y las industrias culturales. Debe adoptarse una ley que reconozca la pluralidad lingüístic­a. Debe promoverse la imprescind­ible recuperaci­ón de la educación artística y cultural en la enseñanza obligatori­a. Debe resolverse el vacío legal de las titulacion­es superiores en las enseñanzas artísticas. Debe desarrolla­rse un estatuto del artista que contemple la singularid­ad de su contrataci­ón, así como la de los técnicos que trabajan en el sector. Debe bajarse el IVA. Por último, debe aprobarse una Ley de la Participac­ión Social y del Mecenazgo y reformar la de Propiedad intelectua­l.

Es evidente que todo este conjunto de realidades y datos justifica la existencia de un Ministerio de Cultura. Y si el Gobierno insiste en su empecinami­ento, debería ser entonces la secretaría de Estado la que desarrolle sin más demora esa política que contemple la cultura como derecho y como creadora de riqueza y puestos de trabajo.

Tras una legislatur­a con la cultura en el dique seco, hay que activar todos los mecanismos para que nuestros creadores e industria cultural desarrolle­n todas sus potenciali­dades y recuperen el papel que les correspond­e en el marco europeo e internacio­nal.

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