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La decisión del BCE de mantener intactos los tipos de interés y los planes de estímulo monetario, y el próximo congreso del PSOE en junio.
EL Banco Central Europeo (BCE) mantuvo ayer intactos los tipos de interés y sus planes de estímulo monetario. Las subidas de precios registradas en la zona euro todavía están a la mitad –como promedio– del objetivo de inflación del 2% establecido como óptimo. Era lo que se esperaba. Lo que interesaba era la valoración que hiciera el presidente de la institución de la situación actual para dilucidar cuándo comenzará a subir los tipos.
En la rueda de prensa celebrada al término de la reunión del consejo directivo de la institución, Mario Draghi desveló su posición: todavía es pronto para reaccionar ante una evolución de la inflación que no es lo suficientemente consistente.
Lo más probable es que la inflación, que de promedio en la zona euro ha escalado en diciembre hasta el 1,1%, desde el 0,6% en noviembre, siga subiendo con intensidad en los próximos meses. Pero Draghi ha pedido paciencia a quienes, desde Alemania, cuya inflación está en el 1,7%, le presionan para que suba ya los tipos.
La situación ha cambiado mucho desde que, a principios de diciembre, los miembros del consejo directivo del BCE expresaron su preocupación por la debilidad de la inflación. Nadie contaba entonces con que la estrategia de la OPEP para reducir la producción de crudo tuviera un impacto tan rápido en el precio del barril y en su traslación al conjunto de costes de la economía.
Según dijo Draghi, sin embargo, será necesario que se produzca una alza más significativa de la inflación y de los salarios para que el BCE se plantee revisar su actual política monetaria superexpansiva, algo que probablemente no se producirá hasta el 2018. El BCE considera que la subida de precios responde demasiado al impacto del petróleo y poco a una mejora sustancial del crecimiento económico en buena parte de la zona euro, especialmente en Francia e Italia. La inflación subyacente, la que no contabiliza la energía ni los alimentos frescos, no marca aún una tendencia al alza lo suficientemente definida.
La posición de Mario Draghi no es fácil porque debe hacer frente a las fuertes presiones de Alemania –que tiene un tercio de los votos del consejo de gobernadores del BCE– para subir tipos. Por eso buena parte de su rueda de prensa estuvo orientada a justificar su política. Dijo estar completamente seguro de que llegará el momento de reaccionar con una restricción de los actuales estímulos monetarios y con una subida de los tipos de interés, pero apeló a la paciencia y a la prudencia.
De cara a los ahorradores alemanes, que se quejan de estar perdiendo dinero con sus ahorros por la subida de la inflación en ese país, igual que ya les sucede también a los ahorradores españoles, el presidente del BCE les lanzó un mensaje de esperanza: “Los tipos bajos son ahora necesarios –dijo– para poder tener tipos más elevados en el futuro”.
La actitud del BCE no sólo responde al todavía débil comportamiento de la inflación, sino también, como recordó su presidente, a la existencia de importantes incertidumbres mundiales que siguen amenazando la reactivación de la zona euro. Entre ellas, aunque no las citó, se encuentra el riesgo de políticas comerciales proteccionistas por parte de Estados Unidos, así como los retos electorales que debe afrontar este año la Unión Europea en Holanda, Francia, Alemania y probablemente Italia, con un eventual avance de los partidos euroescépticos.