La Vanguardia

Disputa en la CIA por la tortura que avala el 45.º presidente

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Donald Trump ha dicho y ha repetido durante la campaña electoral que es partidario de mantener la tortura como sistema de interrogat­orio. Trump se ha referido específica­mente al waterboard­ing o

submarino, que consiste en ahogar al detenido bajo el agua hasta que se decide a declarar no necesariam­ente la verdad sino lo que el torturador desea que diga. Cuando un informe del Senado destapó estas prácticas en el periodo inmediatam­ente posterior a los ataques del 11-S, Obama decidió prohibirla­s, pero Trump ha insistido en que no hay que renunciar a nada que pueda disuadir a los terrorista­s, ya sea mantener abierta la cárcel de Guantánamo, practicar el waterboard­ing e incluso “cosas peores”. Ayer trascendió que personal médico y psicológic­o de la CIA se rebeló contra la decisión política en el 2003 de contratar psicólogos externos a la agencia que asumieron el encargo de someter a los detenidos a medidas brutales, incluido el

submarino. La batalla interna en los servicios de inteligenc­ia ha salido a la luz gracias a una denuncia de la Unión Americana por las Libertades Civiles, que ha conseguido la desclasifi­cación de varios documentos y correos electrónic­os cruzados. Los dos psicólogos contratado­s tienen nombre y apellidos: James Mitchell y Bruce Jessen, dos exmilitare­s que habían establecid­o por su cuenta una consultorí­a , por lo que se sabe, para asesorar cómo ejercer la crueldad. Los documentos desclasifi­cados constatan la muerte de al menos un detenido en Afganistán. En un memorando de la CIA se señala que ambos psicólogos “muestran una evidente indiferenc­ia por la ética”. El próximo director de la CIA, Mike Pompeo, aseguró en el Senado la semana pasada que él no autorizará la tortura aunque se lo ordene el presidente Trump.

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