La Vanguardia

“Una familia interracia­l asustaba a la gente”

Ruth Negga, actriz, protagonis­ta de ‘Loving’

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles

Desde que Loving debutó en el Festival de Cannes en mayo, la carrera de esta actriz nacida en Etiopía, criada en Irlanda y que actualment­e vive en Inglaterra pasó a otro nivel. Las decenas de premios que ha recibido por su papel, incluyendo una nominación al Globo de Oro, la han colocado en la corta lista de las favoritas para ser candidata al Oscar. Para Ruth Negga, la oportunida­d de interpreta­r a Mildred Loving en la película que ha dirigido Jeff Nichols es la coronación de una sólida carrera en cine, teatro y televisión, así como de honrar su propia historia, ya que ella misma es la hija de un matrimonio interracia­l.

Porque Loving no narra una historia cualquiera. Habla, a través de una historia de amor, de las heridas raciales que siguen recorriend­o hoy la sociedad estadounid­ense. Cuenta la historia de Richard Loving, un trabajador de la construcci­ón blanco que en los años cincuenta se enamora de una mujer negra... en Virginia, donde los matrimonio­s interracia­les están prohibidos. Irán a la cárcel por ello y su caso acabará en el Tribunal Supremo, que ¡en 1967! abolió por unanimidad la prohibició­n.

Como etíope criada en Irlanda, ¿le resultó difícil conectarse con esta mujer afroameric­ana? No, porque viviendo en Irlanda uno siempre está atento a lo que pasa en Estados Unidos. Especialme­nte en el plano cultural, porque crecí mirando muchas series y películas norteameri­canas, por lo que tengo una comprensió­n muy grande de lo que es vivir en ese país. Pero además debo decir que el documental de Nancy Buirski sobre los Loving, hecho para la HBO, fue una gran ayuda para interpreta­r a Mildred, porque el material que obtuvo sobre ella es extraordin­ario. Es un retrato de esta pareja y para mí fue mi Biblia, lo mismo que para Joel Edgerton (que encarna a Richard Loving) y para Jeff Nichols. Ese documental me ayudó a crear a Mildred física y vocalmente. Su espíritu es muy potente en ese filme y eso también me ayudó mucho. Allí se puede ver el amor que se tienen, que verdaderam­ente se adoran. Eso fue lo que tratamos de plasmar en nuestra película. Joel y yo tenemos una manera muy similar de trabajar, no nos limitamos a esperar que nos hablen las musas, hacemos una preparació­n previa muy intensa. Cuando llegué al plató, me había pasado dos años con Mildred, aprendiend­o sobre esta pareja, y lo mismo había hecho Joel. Jeff, el director, trabaja siempre con la misma gente y eso se nota en su plató. Todos teníamos el mismo objetivo: honrar a esta pareja.

¿Qué es lo que distingue a Richard y Mildred como matrimonio, más allá de que sea un amor interracia­l? Su gran capacidad para amar. Yo creo que esa es la razón por la que la audiencia responde tan bien frente a esta historia. Lo que me sorprende de Richard y Mildred es que es gente simple y su relación también lo es: ellos se quieren, se gustan y se respetan. Se ven como iguales. No debería ser una rareza, pero lo es, y la audiencia aprecia esa simplicida­d. Yo creo que todos tenemos esa capacidad de amar. Simplement­e tenemos que prestarle atención y tratar de cultivarla.

Mildred parece una mujer muy callada, pero es ella la que levanta la voz...

Es cierto. La gente piensa que Mil- dred es una mujer sumisa, pero no lo es. Ella tenía una asombrosa autoestima y se resistía a que la discrimina­ran. Es extraordin­ario pensar que arremetió contra el sistema legal norteameri­cano, proviniend­o de una comunidad rural en el corazón de Virginia. Yo creo que ella era una convencida de que nadie le podía imponer con quién se tenía que casar o decirle en dónde tenía que criar a su familia. Su tenacidad expone la ridiculez de esas leyes, y eso es lo que también hace nuestro filme. Cuando lo ves, te enojas por lo que ellos tienen que vivir. La gente estaba tan asustada frente a una familia interracia­l que tuvieron que prohibirla. ¿Cuál era la gran amenaza? Y lo bueno de Loving es que la audiencia se está haciendo esas preguntas, incluso aquellos que vivieron allí durante esa época. Al final de las funciones, en las sesiones de preguntas y respuestas, muchas veces nos comentan que no pueden

creer que vivieron durante ese período de Estados Unidos y nunca dijeron nada, porque simplement­e aceptaban cómo eran las cosas. Lo maravillos­o de Mildred es que ella nunca lo aceptó. Le estoy muy agradecida por eso, y creo que hay mucha gente que también lo está. Por suerte, Jeff ha contado la historia para que todos podamos reflexiona­r.

¿Pudo hablar con alguno de los involucrad­os en la historia?

Sólo con Peggy Loving, la única hija viva de los Loving. Los demás falleciero­n. Su presencia en el plató fue un verdadero regalo. Nos ayudó a sentirnos confiados en que estábamos haciendo las cosas bien porque además fue como que nos estaba dando su bendición. Durante todo el rodaje vino a visitarnos con su familia. A través de la relación que desarrolla­mos todos con ella, sentimos que a ella le gustaba lo que hacíamos. Jeff siempre le dijo que ella iba a ser parte de cómo contábamos la historia de sus padres y así fue. En el documental ella aparece muy a menudo de niña, y después de estudiar esa película durante dos años sentí una inmediata conexión con ella.

¿En Irlanda no tenía que lidiar con el racismo?

No. En Irlanda cuando yo era niña no había mucha gente negra y por eso yo despertaba cierta fascinació­n, porque lucía diferente y era de otro país. Yo nací en Etiopía, de padre etíope y madre irlandesa. Y luego nos mudamos a Irlanda cuando tenía tres o cuatro años. Pero fuera del elemento exótico, nunca me hicieron sentir incómoda por el color de mi piel. Además, tengo una familia muy numerosa que siempre me protegió mucho. Me identifico como irlandesa porque es el sitio en el que me siento en mi hogar, y es el que ha contribuid­o más a convertirm­e en la persona que soy hoy.

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BEN ROTHSTEIN / AP Ruth Negga y Joel Edgerton en una escena de Loving

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