Arturo Valls sobrevive a una catástrofe en ‘Los del túnel’
El primer largometraje del hasta ahora guionista de televisión Pepón Montero puede provocar la carcajada y al mismo tiempo hacer sonreír, que no es lo mismo. Pero la obra “es mas agri que dulce”, sostiene el director. Porque, bebiendo de distintas fuentes del humor español, Los del túnelse ríe tanto de la idiotez pura y dura como de aquellos que, llevados por la presión del modelo de ciudadano 2.0, tratan patéticamente de ser perfectos, felices y, si se tercia, hasta heroicos. El bobo de turno, del tipo campeón que va de líder y se hace el simpático mientras en casa todo va mal, es el personaje de un efectivo Arturo Valls al que cualquier español reconoce al instante. El actor defiende al tipo con sus defectos, dada “la conveniencia de asumir lo que uno es”. Pues los intentos de cambiar puede resultar terribles, dice, “cuando se intenta forzar la máquina”.
Al margen de posibles lecturas finales que no es cuestión de adelantar, lo indudable es la vocación de mordacidad del equipo encabezado por Valls, Montero y el coguionista Juan Maidagán. Los tres estuvieron en la serie Camera Café yde ahí nació la idea y el aire del filme.
El punto de partida de la trama es original. La película empieza justo con la imagen típica y los diálogos
más estúpidos posibles del clásico aunque superado final feliz de una peli de catástrofes. La acción central está en lo que ocurre después con las víctimas del desastre (el derrumbamiento de un túnel donde quedan atrapados), aunque con uso de unas hilarantes escenas en flashback sobre lo vivido durante el encierro. Los días después de la tragedia son como una enloquecida terapia de grupo de imprevisibles consecuencias. Las miserias más cutres y comunes del personal en la España de hoy salen a flote en distintos momentos, con penosas imposturas e intentonas de redención de por medio.
Montero y Valls coincidieron en una confesión al hablar de su obra: temen que parte de los espectadores se sientan demasiado identificados y desaconsejen la película a otros. Un temor que seguramente proviene de los nervios antes del estreno. Porque si los espectadores siguen sabiendo reírse de sí mismos, serán seguramente legión los que vayan a ver Los del túnel.